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 miércoles, 10 de diciembre de 2003

Una pareja maniatada y maltratada por delincuentes delante de sus hijos
Todo el esfuerzo de la familia de un chico autista arruinado por ladrones
Son muy pobres y para el tratamiento neurológico de su nene de 5 años habían ahorrado $ 1.200. Se los robaron

Ariel Etcheverry / La Capital

A Mirta Silva y Jorge Maggione les robaron mucho más que los 1.200 pesos que tenían guardados en un cajón. Los tres delincuentes que irrumpieron en la precaria casilla de la familia, que sobrevive en la zona semi rural gracias a un horno de ladrillos, se llevaron el esfuerzo de mucho tiempo de trabajo. Que iba a ser destinado al tratamiento neurológico de Alejandro, el más chico de sus tres hijos, quien sufre de afasia severa y no puede hablar desde que nació.

Alejandro tiene 5 años y su mamá lo hace tratar en el Hospital Provincial. El dinero que la familia Maggione había juntado con tanto trabajo estaba destinado a solventar los costos de un viaje a Buenos Aires para someter al chico a un tratamiento neurológico. "Nos partieron por la mitad. El nene no habla y lo atiende una psicóloga. Estamos tratando de que largue una palabra y ahora, con el susto de anoche, seguro que encima se traumó", sostuvo Mirta, de 40 años.

Junto a Silvia, de 12 años, Jorgelina, de 9, y Alejandro, Mirta contó el episodio más conmovedor que le tocó vivir. Todo ocurrió cerca de las 21 del lunes. La casa de los Maggione queda al lado de las vías del ferrocarril Belgrano, a varios metros del cruce del Camino Nuevo a Soldini y la prolongación de Avellaneda hacia el sur. La vivienda es de chapa, madera y cartón, como las que se puede ver en cualquier villa de Rosario. Un par de caballos pastorean muy cerca de allí y un carro con rueda de automóvil espera que alguien lo repare.

Mirta relató que todo comenzó cuando un hombre vestido de negro y con una gorra de Boca en la cabeza se acercó hasta el rancho y comenzó a hacerle preguntas por uno de sus caballos. El recién llegado aseguraba que el animal era robado, pero la mujer refutó la acusación y llamó a su marido. Pero cuando Jorge se asomó, los dos fueron encañonados. Inmediatamente después aparecieron dos hombres más. Todos estaban con los rostros descubiertos y portaban armas.

"A mi marido lo tuvieron vigilado, con el arma apuntando a la cabeza, y a mí me llevaron para adentro, donde estaban los chicos. Me pedían el dinero y el fierro (en alusión a un revólver), pero acá nunca tuvimos armas", comentó la mujer. A todo esto las criaturas fueron acostadas en una cama y las taparon para que no vieran nada de lo que ocurría. Mirta recibió un par de culatazos en la cabeza porque los ladrones consideraron que no colaboraba.

"Estuvieron media hora y tiraron todo por el piso hasta que encontraron la plata", sostuvo la víctima. Eran 1.200 pesos que Mirta y Jorge habían recaudado gracias a una buena venta de ladrillos. "Habíamos hecho una buena venta por la época, siempre a esta altura se saca algo más. Tengo en el pisadero todo listo para cortar. Para mí, nos entregaron", opinó la mujer. Antes de huir los ladrones dejaron maniatados a los dos adultos, mientras que los chicos quedaron temblando de miedo tapados en la cama. Además de la plata, también se llevaron una pajarera y una bicicleta.

"Lo que pasé anoche nunca en la vida lo pasé. Nos desarmaron", dijo Mirta como buscando las palabras exactas para describir el mal trago. Su familia vivía en la zona de la bajada Mangrullo, pero hace seis años que se establecieron en un paraje rural ubicado entre los barrios Tío Rolo y Puente Gallego, donde predominan las construcciones humildes. "Nos fuimos de Mangrullo porque tenía a los drogadictos en la puerta de casa. Pensamos que el campo sería más tranquilo para trabajar", recordó la mujer.

El dolor más grande es por Alejandro. Mirta tuvo problemas durante el embarazo porque sufre de hipertensión arterial y el chico nació con un severo problema neurológico conocido como afasia, que le impide hablar. La plata que los ladrones se llevaron eran los ahorros de mucho tiempo, destinados a solventar un costoso tratamiento en Capital Federal. La familia Maggione no tiene teléfono y llegar hasta su vivienda es complicado. Pero Mirta espera que alguien le tienda una mano. El nexo puede ser el área de neurología donde atienden al pequeño, en el Hospital Provincial.

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Los Maggiones trabajaron duro para juntar $1.200.

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