| lunes, 08 de diciembre de 2003 | Charlas en el Café del Bajo -Todo es necesario en el universo, Inocencio. Nada está demás, ni nada existe por casualidad. Hasta las cosas malas son absolutamente indispensables. Hace un tiempo atrás un señor me decía cómo podía yo hablar de armonía en la Creación cuando todo en realidad era un caos. Pues bien, ese amigo creo que no comprendió aún que el caos también es indispensable para la armonía de las cosas. Porque todo en el universo se basa en el principio de los opuestos.
-Sí, tiene razón. Todo es necesario: el mal, la noche, el caos, la angustia, la tempestad, todo. Parece incoherente, pero es así. Siempre me acuerdo, a propósito de esto, de una historia del ex presidente general Juan Domingo Perón. Usted sabe que podemos o no coincidir con el Perón político, pero nadie puede negar su talento y sobre todo su sabiduría, además de su perfil de estadista.
-¿Cuál es la historia?
-Dicen que caminaba Perón con un famoso y talentoso periodista, Américo Barrios, y en un determinado momento de la caminata y de la charla Américo se atrevió y le dijo: "General ¿cómo permite usted que en su movimiento haya personas poco recomendables?" Y Perón, genial, le preguntó: "¿Ve ese edificio fantástico y hermoso, Américo? ¿Con qué está construido?" "Con ladrillos" respondió el periodista y enseguida el presidente le lanzó: "Pues recuerde que los ladrillos se hacen de barro y bosta de caballo. Si sabemos tratar y armonizar los elementos podemos hacer que aún lo que parece un mal sea útil a una gran obra".
-Su historia me hace acordar a otra que sucedió en la cocina de una casa: una hija le comentaba a su madre que todo le iba mal. Había reprobado álgebra, su novio la había dejado y su mejor amiga se estaba mudando a otra ciudad. Mientras hablaban su mamá estaba preparando un pastel, y le preguntó a su hija: "¿Quieres comer algo?". Y la hija le respondió: "Claro, mamá, ¿me podrías dar de tu pastel?". Entonces la mamá le dio aceite."¡Puaj!", respondió la hija "¿Qué tal un par de huevos crudos?", preguntó la mujer. "¡Qué asco, mamá!", respondió la hija. "Entonces, ¿quieres algo de harina? ¿O qué tal bicarbonato?", insistió la madre."¡Mamá, todo eso es asqueroso!", respondió la hija. Entonces la mamá le dijo: "Sí, todas esas cosas parecen malas por sí solas. Pero cuando las unes de la manera adecuada, hacen un pastel delicioso. Así trabaja Dios. Muchas veces nos preguntamos por qué nos permite pasar por tiempos tan malos y difíciles. Pero El sabe que cuando pone todas estas cosas en orden, siempre trabajarán para nuestro bien".
-De manera tal, mi querido Candi, que la conclusión, usando una metáfora, sería: desde el infierno, sólo desde el infierno se puede ascender al cielo. Sólo desde el dolor se llega a la calma, sólo desde la tempestad espiritual se alcanza la paz interior.
-No sé si siempre sucede así. Pero es evidente que algo de eso hay, pues note usted que sin crucifixión, sin padecimiento, el Hijo del Hombre no hubiera podido resucitar, no hubiera podido estampar en la humanidad su sello eterno y glorioso. Note que sin éxodo sufriente Moisés no hubiera podido llevar a su pueblo a la tierra de donde fluía "leche y miel". Dostoievsky escribió sus obras más sublimes desde una epilepsia que lo atormentaba, Beethoven sus más preciosas melodías desde una sordera desgarrante.
-¿Pero entonces el sufrimiento, lo malo, debe ser convalidado?
-Desde luego que jamás sino en la medida de lo necesario. El caos, lo malo, lo angustiante, es sólo un ingrediente útil del que uno debe servirse apenas un poco para elaborar un delicioso pastel como el del cuento o un gran edificio como el del que hablaba Perón, ¿entiende? Hay que armonizar los componentes. Un bello edificio no puede hacerse sólo de ladrillos de barro, un buen pastel no se hace sólo con sal o aceite. Una buena calidad de vida no se logra haciendo de la angustia un modo de existencia. Los problemas, las dificultades, las tristezas nos enseñan. Aprendida la lección saquémoslas de nuestro equipaje, son una carga que dificulta nuestro andar y obstaculiza la llegada a nuestra meta. Bueno, hasta mañana, Inocencio. La charla de mañana se la voy a dedicar a Miguel Lifschitz, creo que... Bueno, mañana le cuento.
Candi II
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