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 lunes, 08 de diciembre de 2003

Reflexiones
Lifschitz no es Binner

Evaristo Monti

Si usted circula por calle Córdoba en dirección oeste -digamos hacia Funes- enfrentará a la altura del Village un cartelón sobreviviente de la campaña electoral del pasado septiembre. Leerá: "Lifschitz más Binner, más para Rosario". No es verdad, no se suman ya que los sumandos son absolutamente distintos. Como le dijo Séneca a un caminante que le preguntó cuánto tardaría en llegar a cierto destino "primero quiero verlo caminar". A Binner le conocemos el paso y a Lifschitz hay que apreciarlo. El estilo absolutista de Binner contrasta con la vocación dialoguista de Lifschitz. Aseguro que Miguel jamás colgará el teléfono porque no le gustó la apreciación del periodista, ni abominará de las preguntas. Fue Gómez de la Serna en una de sus greguerías el que proclamó: "Si las necrológicas fueran ciertas vivimos en el Paraíso sin darnos cuenta" cosa que todo el mundo sabe y piadosamente acepta, en general el especialista en redactarlas y en particular los que conocieron en vida al santificado muerto. Exactamente lo que ocurre con los gobernantes que terminan su mandato sin violencias y mucho más a pocos días de las fiestas de fin de año, época de general abuenamiento con algunos lunares de broncas y deschaves.

Binner mete todo en la bolsa, hace un balance como los antiguos almaceneros de barrio que mensualmente sumaban las cifras de la libreta de sus clientes a fiado sin olvidarse de sumar la fecha, conozco el paño. Binner está en tránsito a la actividad privada de la que tiene escasa experiencia. Según el Malevo Galíndez -cuyas observaciones deben ser tomadas con pinzas- el caso de Binner es curioso porque es un médico anestesista que dice no haberse dormido en los laureles, ufano por el rubro construcciones y no por el de su profesión. Binner produce un inventario de sus realizaciones para 8 años de intendente, los primeros de los cuales en un clima de notable prosperidad, para sucumbir a las miserias provocadas por el gobierno nacional que junto a su partido contribuyó con entusiasmo a instalar y se va en un escenario de recuperación con un gobierno al que coquetea al mejor estilo que el habla lunfarda llama "darse dique", según su más benigna acepción. Que Binner diga en esta múltiple despedida tipo "Los Chalchaleros" que tuvo una buena relación con el Concejo Municipal debe caracterizarse como las tarjetas de saludos navideños, que dibuja un desconocido con textos de otro desconocido y se envían a desconocidos porque a los que realmente conocemos no les mandamos tarjeta de librería. No hubo un intendente más despreciativo y ajeno al balanceo con el cuerpo deliberativo que Binner, al punto que modifica ordenanzas por decreto, no cumple los decretos, ignora los informes pedidos, desconoce lo que promulga y usa el veto como si fuera un deporte.

Lifschitz tiene otra actitud, es un dialoguista. Les daré dos o tres ejemplos que marcan una diferencia substancial, por otra parte advertida cuando Miguel estaba en Servicios Públicos, la mayoría de los cuales -digamos que no por su culpa en este camino a la canonización que me tracé- no han funcionado bien. Sería impensable pedirle a Binner que la oposición integre el futuro Ente del Transporte Urbano, ahora lo será. Ni atendería Binner un pedido para el fideicomiso que proponen para robustecer al Banco Municipal, Lifschitz lo concederá a la oposición. Y el punto culminante es que en 8 años nadie se animó, porque ni siquiera sería recibido, a decirle a Binner que ceda en el directorio del banco de la ciudad una plaza para la oposición, como por ejemplo en Capital Federal. Lifschitz que no lo concede ni promete, está dispuesto a abrir el examen en su partido.

Miguel Lifschitz llega a la Intendencia en buen momento, 2004 puede ser un año de cosecha para Rosario. Se reanuda el Scalabrini Ortiz, renace Jumbo con una obra fenomenal, se avanza en el Circunvalar cuya administración quedará en manos de Obeid porque el Congreso de la Nación le dio ya media sanción, viene la plata del plan Hábitat y se arreglarán los accesos con préstamo del BID. Aprovecho para recordar que sacar préstamos era igual a la peste, pero cada vez que nos dan uno, descorchamos Don Perignon. Un panorama auspicioso, pero no mejor del que tuvo Binner en 1996 malográndolo por jugar a la política de adolescente. El Circunvalar, ese trazado ferroviario que salva a la ciudad y la reconstruye liberando 350 manzanas del cerrojo de las vías que son llevadas paralelas a la ruta AO12 fue servido en bandeja a Binner a poco de asumir y lo enterró. Curioso, en su Plan Director de 1999, Binner, siendo Bonet el secretario de Planeamiento, lo hizo suyo, pero no lo desenterró. El Concejo Municipal a mi pedido, le recomendó a Binner en junio de 1998 que impulsara el Circunvalar, pero salvo ahora al despedirse, nunca oyó al Concejo. El único apoyo para este proyecto formidable, colosal, que hace de Rosario la gran ciudad que anhelamos, lo brindó La Capital. Y ahora, ante el aumento del precio de granos la Bolsa de Comercio cumple su rol y reactiva este programa ferroviario excitante y renovador, quitándole a la ciudad el corsé de hierro que le pusieron los ingleses para el embudo al puerto. No está hecho porque Binner jugó al amateurismo político, con sus infantes socialistas. Lo mismo hizo demorando 6 años el Scalabrini Ortiz, parado 2 de ellos porque le quería cobrar un impuesto que por ley no corresponde. Igual con el hotel 5 estrellas que ya estaría hecho y sepultó en la nada. Binner se encontró con proyectos, recaudación, créditos, apoyo nacional, pero ignoró todo.

Lifschitz se encuentra con el mismo plató, en todo caso semejante, un panorama estimulante, otra oportunidad histórica que no debe malograrse por chiquilinadas. Cuando Binner y Lifschitz entrevistaron a Kirchner, Hermes le pidió que anule el contrato con Aguas Provinciales no obstante que es un contrato provincial. ¿Pretendía que el Presidente interviniera la provincia? Lifschitz en cambio, habló del Circunvalar. Pero lo más notable es que en esos momentos, la repuesta Secretaría de Salud municipal recibía instrucciones para conciliar con su colega provincial, la doctora Perouch, a fin de co-gestionar el nuevo Heca que para el municipio es inviable. La afable y honesta Mónica Fein da testimonio de la diferencia. Con Binner encapsulado en el capricho todo era imposible. Lifschitz acordará todo lo que pueda conciliarse. Si le gusta la mitología sabrá que el vellocino de oro es saber hacer. Como le leí a Galeano y recomiendo al nuevo intendente que su antecesor usó para evitar y Miguel debe usar para propiciar: "Mientras los leones no tengan quien les escriba la historia, la gloria será siempre para el cazador"

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