| domingo, 07 de diciembre de 2003 | Carlos Rozansky: "La prioridad es la protección de los niños que son víctimas" Cambiar las prácticas judiciales, crear los ámbitos adecuados para acabar con el silenciamiento y lograr el esclarecimiento de los casos de abuso sexual de niños para que no terminen impunes son cuatro claves que planteó el juez Carlos Rozanski bajo una mirada que tiene como propósito principal proteger al niño víctima de cualquier otro sufrimiento. Rozanski, de 52 años, es camarista federal en La Plata, se desempeñó durante diez años en la Cámara del Crimen de Río Negro y estuvo en Rosario invitado por la Casa de la Mujer en el marco de la campaña por el Día de la Prevención del Abuso Sexual Infantil, que se celebra cada 19 de noviembre.
Evitar el sufrimiento de los niños víctimas es inicio y el centro de los cambios que el juez intenta impulsar desde las prácticas judiciales hasta el compromiso de las instituciones que pueden detectar el abuso.
“Es incompatible tener conciencia de lo que puede significar el abuso para una criatura, lo que puede provocar en su cabeza, y continuar con las mismas prácticas judiciales que lo van a llevar a un ámbito extraño, con gente que no ha visto en su vida, donde le van a preguntar sobre las cosas más intimas y terribles que puede sufrir un ser humano. Si se toma conciencia de eso, es imposible no cambiar las prácticas”, indicó Rozanski.
Una de esas prácticas es el careo, o la citación simultánea en el juzgado del niño víctima y su supuesto abusador. “El careo es una medida pensada para implementar entre pares, y una criatura y su supuesto abusador nunca pueden ser pares”, señaló el juez. Remarcó además que en otro tipo de delitos no sexuales, donde las versiones se contraponen, los jueces no enfrentan a víctimas y victimarios.
A esa explicación, le suma otro eje: el rol que debe cumplir la Justicia como órgano del Estado. “Es evidente que esas prácticas no son convenientes, que lastiman, y la Justicia no está para hacer daño. El Estado está para proteger”, insistió.
La clave para modificar los procedimientos judiciales es entender que el abuso sexual de niños es un delito diferente: se produce en secreto, crea confusión en la víctima, que en la mayoría de los casos tiene un vínculo de afecto previo con el acusado, ejerce violencia física y psicológica y muchas veces se sostiene con amenazas. “Se produce en una relación de asimetría entre la criatura y el victimario —destacó el juez— y eso, sumado al vínculo, determina una situación de poder. En esa situación, el adulto siempre es responsable”.
El juez afirmó que los delitos sexuales están atravesados por prejuicios y son evaluados con un “doble estándar” que no se encuentra en otros tipo de conducta criminal. “Es frecuente que se pregunte si la víctima vestía o actuó de un modo provocativo, cuando ante el robo de un reloj o un auto nunca se cuestiona si la víctima se paseaba o lo mostraba con ostentación”, planteó.
Proteger para esclarecer
Para Rozanski, la Justicia tiene el deber de encontrar los mecanismos idóneos para romper el silenciamiento del delito. “El niño —dijo— se tiene que expresar a partir de las posibilidades que su edad, su etapa evolutiva o los traumas como consecuencia de los delitos que pudo haber sufrido lo permitan. Interpretarlo es tarea de los especialistas. Los jueces tienen que tomar decisiones. Del mismo modo en que en un accidente de tránsito las pericias están a cargo de ingenieros, en los casos de abuso las interpretaciones deben dejarse a los psicólogos, los trabajadores sociales, los especialistas provenientes de las ciencias llamadas blandas”.
El horizonte está claro. “La prioridad es la protección del niño víctima. Después está el esclarecimiento. Vamos a esclarecer protegiendo, no podemos maltratar y hay que entender los alcances del maltrato. Si no protegemos a la víctima la criatura se silencia y el delito desaparece. Con protección es más fácil esclarecer. En los casos de abuso, lo contrario a silenciamiento no es hacer hablar, sino lograr que la víctima se exprese”, explica.
El juez relaciona la ausencia de esclarecimiento con la impunidad y la reproducción de la violencia. “La primera causa para que el delito quede impune es la imposibilidad de contarlo; en segundo lugar, el silenciamiento que el propio sistema hace. Ser abusado provoca un dolor imposible de medir. Y que no se sancione al responsable también es un dolor, además de reproducir el abuso. Esa víctima va a crecer con una cantidad de sufrimiento que multiplica al inicial y en muchos casos, no en todos, van a reproducir ellos mismos el maltrato y el abuso, un elemento que el Estado no puede desconocer”, señala. Una perspectiva para ajustar la mirada corriente y corregir su limitado alcance: “hoy cuando se habla de seguridad sólo se trata la forma de reprimir al violento. No se tiene en cuenta que chicos violentados de diferentes maneras mañana pueden ser adultos violentos y poblar cárceles”. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Rozansky habló de la protección de las víctimas. | | |