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 domingo, 07 de diciembre de 2003

Para beber: bebida espirituosa

Gabriela Gasparini

Nadie puede negar que, cable mediante, nuestra televisión está plagada de series norteamericanas, algunas muy buenas sobre todo las comedias, donde la gente acostumbra a juntarse para comer y tomar cosas (que si bien aquí también se conocen) no forman parte de nuestra cotidianeidad. Una de esas bebidas es el ponche.

No podemos decir que es un trago demasiado ajeno porque quién no recuerda la botella plateada del capitán de Castilla, y qué pareja que tenga algunos años de casada no recibió una ponchera con sus tacitas como regalo de bodas, que hoy atestan las casas de antigüedades porque parece ser que es lo primero que se sacan de encima cuando deciden deshacerse de lo que molesta, y en el mismo acto conseguir que ingresen unos pesos al arca familiar.

También es notorio, TV mediante, que no siempre es un trago alcohólico, y que existen versiones infantiles que pueden beberse interminablemente en las fiestas escolares. El que a nosotros nos interesa llegó a EEUU desde las colonias inglesas de la India, su nombre viene de la palabra indostana panch, que significa cinco, en alusión a los ingredientes que lo componen: azúcar, limón, agua, té y raque, que es un licor.

En cuanto al recipiente al que hacíamos alusión, hay que aclarar que no es el mismo que se usaba en los comienzos, fue sufriendo cambios determinados por las modas y las costumbres. Así llegó a ser un bowl con ondas o dientes en los que se exprimía el limón, y donde se colgaban los vasos en los que se iba a tomar, con la gran ventaja de que en su mejor expresión este borde dentado podía sacarse mientras se hacía la preparación, y luego volverse a poner.

Toda buena familia tenía su ponchera, y en la época en la que no se usaban todavía esos jarritos, el ponche se bebía directamente del gran recipiente que iba pasando de mano en mano. La bebida se hizo tan popular que estaba omnipresente en cuanto acontecimiento ocurriera, al menos así aparece en el diario de un viajero asombrado, que data de 1744, que comenta que estando en Filadelfia le sirvieron sidra y ponche en el almuerzo; rum y brandy antes de la cena; ponche, Madeira, Oporto y Jerez con la cena, ponche y licores para compartir con las señoras; y vino, ponche y bebidas espirituosas hasta la hora de retirarse a dormir.

La importación de los ingredientes que se usaban en su preparación fue parte significativa de la relación comercial que mantenían Inglaterra y EEUU con India y Portugal: damajuanas de jugo de limón, lima, naranja y ananá tenían un destino seguro entre los amantes de la novedosa preparación. Si bien la combinación parece simple, la mezcla de los ingredientes era considerada todo un arte, es más, había quienes opinaban que era imprescindible hacerlo cuando se estuviera lo suficientemente concentrado como para pensar sólo en el ponche (cualquier distracción podía ser fatal y ni qué decir si el espíritu no tenía en ese momento un estado netamente positivo).

Bully Dawson daba las siguientes instrucciones: "Yo preparo un ponche excelente porque en ese momento no hago ni pienso en otra cosa, me retiro a un rincón del salón con mis ingredientes listos, y los mezclo en un orden determinado: azúcar, doce terrones; agua caliente, una pinta; el jugo y la piel de dos limones; rum añejo de Jamaica, dos medidas; brandy, una medida; porter o stout, media medida; y un chorrito de raque. Me tomo cinco minutos para revolver los ingredientes con suavidad, y después a disfrutar". Si todavía conserva la ponchera, ya sabe cómo usarla.

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