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 sábado, 06 de diciembre de 2003

Un malestar que no se disipa tras el crimen de dos hermanas
Un abogado de estrecho lazo con las víctimas refuta dichos de la pareja acusada y liberada por falta de pruebas

Durante los últimos 25 años, el abogado Alberto Domínguez mantuvo una profunda amistad con las hermanas Samay y Elvira Pérez Villalón. La relación se cortó abruptamente el último 27 de septiembre, cuando las mujeres, de 71 y 73 años, fueron asesinadas a golpes en su vivienda de barrio Sarmiento. Fue una semana antes de la fecha que el abogado había fijado, según cuenta, para casarse con la menor de las mujeres. Desde entonces, quebrantado por esa pérdida, prefirió mantenerse en silencio. Pero las declaraciones que hizo a este diario la pareja vecina de las víctimas -que estuvo presa un mes y un día por el caso- lo llevaron a refutar algunos de esos dichos.

Edgardo Tasca y Mónica Giménez fueron apresados el 2 de octubre. Viven en pasaje 8 de Noviembre al 500, a 50 metros de la casa que habitaban las hermanas Pérez Villalón. Desde que se conoció el crimen, algunos testimonios del vecindario les imputaron la autoría del doble homicidio. Es que para muchos, esta pareja de pacientes psiquiátricos ambulatorios sin un medio de vida reconocido, ofrecía un flanco de sospechas.

Pero tras 31 días, Mónica y Edgardo recuperaron la libertad. La Justicia entendió que sus argumentos defensivos son verosímiles y, sobre todo, que no hay una prueba firme en su contra. Entonces, Mónica dijo a La Capital que con las hermanas asesinadas la unía "una buena onda". "¿Cómo pueden pensar que las maté?", se preguntó antes de contar como era esa relación: "Las veía casi siempre, y nos cruzábamos a menudo. A Samay, con la que más trato tenía, siempre la cargaba. Elvirita a veces salía a cirujear y yo me reía porque no eran mujeres de necesitar hacer eso", contó.

Dueño de un tono y modales muy formales, Domínguez sostiene que "esa mujer (Mónica) ha expuesto una serie de embustes con referencia a las hermanas asesinadas, con el evidente propósito de simular su amistad y buena disposición para con ellas". Y aclara que "esos embustes, al confrontarlos con la personalidad de las fallecidas, revelan su mentalidad y su fabulación"

Asimismo, Domínguez recordó que "Samay manifestó hace ya tiempo y en dos ocasiones que tanto ella como su hermana observaban a esa mujer y a su compañero con mucha prevención cuando pasaban por frente a su casa, y lo mismo hacían los demás vecinos por cuanto nadie sabía cuáles eran las actividades y medio de vida de la pareja".

También explicó Domínguez que Samay y Elvira "sólo tenían trato frecuente con tres familias del barrio" y que con el resto del vecindario "no existía vinculación". "Por lo que yo sé, con la pareja aludida las hermanas Pérez Villalón jamás habían cambiado una palabra", concluyó. El abogado prestó este testimonio en Tribunales. Pero la Justicia no encontró evidencias contra la pareja y de ese modo debió, como marca la ley, liberarla.

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