| sábado, 06 de diciembre de 2003 | Por la ciudad El adiós de Reutemann y Binner Adrián Gerber / La Capital Se viene una semana de despedidas y bienvenidas. Quienes conocen a Carlos Reutemann y a Hermes Binner admiten que sus últimos días de gestión los están viviendo con tristeza, nostalgia y algo de depresión. Es que para un político es muy angustiante tener que abandonar el poder. Y más para Binner, que le dice adiós a la Intendencia de Rosario para volver a trabajar en la actividad privada cuando tuvo grandes chances de ser gobernador. Y mucho más para Reutemann, que deja de ser gobernador de una provincia como Santa Fe para ir a una banca de un desprestigiado Senado de la Nación donde "se quedaron todos". Y para qué recordar que hasta tuvo la gran posibilidad de haber sido presidente de la Nación. Pero la gente y en parte el destino marcaron este inexorable camino para los dos. Ahora sí: es evidente que ambos finales no se parecen.
Binner termina ocho años de gestión con asignaturas pendientes (la gran promesa de un nuevo sistema de transporte público quedó sólo en palabras), pero sin grandes sobresaltos. Incluso, el intendente dejó para estos últimos días de su gobierno una catarata de anuncios -algunos concentrados intencionalmente y otros que coinciden fortuitamente- que dan la sensación de estar en una ciudad que está recuperando la perspectiva de cara al futuro:
* Inauguración del Museo de Arte Contemporáneo en los ex silos Davis.
* Mudanza de Buenos Aires a Rosario del Museo Nacional de Arte Oriental, que se instalará en la ex sede del Banco Nación (San Martín al 700).
* Inicio de obras de remodelación de avenida Pellegrini y bulevar Oroño.
* Licitación para terminar el nuevo Heca.
* Licitación para construir los distritos Noroeste y Centro.
* Anuncio del grupo Irsa de la puesta en marcha del megacomplejo Scalabrini Ortiz.
* Designación de Rosario como sede del Congreso Internacional de la Lengua Española.
* El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) distinguirá pasado mañana a Rosario como "ciudad modelo" de América latina por su experiencia ejemplar de gobernabilidad y sus programas sociales en marcha.
Pero esta puesta en escena de Binner tiene su contracara en el final de Reutemann. Los últimos meses del gobernador parecen diseñados por su peor enemigo, que se resumen en estas imágenes:
* Los empleados públicos en pleno estado de ebullición y la administración provincial paralizada por la protesta de UPCN en reclamo de un incremento salarial.
* La policía obscenamente descontrolada y totalmente superada por la imparable ola delictiva que está sufriendo la gente.
* La forzada y nunca explicada renuncia de Daniel Germano en el Ministerio de Educación y la designación en su lugar de Julio Zapata, que se presentó en sociedad como "un sumiso a los obispos".
* La repartija de cargos que se desató tras las elecciones de septiembre. Parientes, amigos y socios políticos se vieron beneficiados por Reutemann (el caso más escandaloso fue el de Horacio Usandizaga).
* La causa judicial por la trágica inundación de la ciudad de Santa Fe está inquietando a varios funcionarios provinciales e incluso al propio gobernador.
* Y el anuncio que realizó Reutemann de que deja la provincia con "un montón de plata", deslizó que serían unos 400 millones de pesos, fue contestado por el futuro ministro coordinador de Jorge Obeid, Julio Barberis, diciendo que "cuando esté el dinero en la caja lo tendremos que contar y veremos cuáles son los números reales". Así y todo, que sobre plata es una señal de que la provincia tiene sus cuentas "ordenadas", como les gusta alardear a los reutemistas, pero uno se pregunta si no hubiera sido mejor ver esos fondos invertidos en educación, salud y seguridad. ¿Qué tiene que ocurrir, por ejemplo, para que el Estado adopte una política de fuerte inversión en las escuelas, muchas de las cuales se encuentran en un estado lamentable?
Pero ahora, más que ver para atrás, la gente necesita mirar hacia adelante. Obeid y Lifschitz llegan con todo el crédito que puede tener en sus primeros meses cualquier mandatario elegido democráticamente.
El futuro gobernador deberá enfrentar dos reclamos centrales que tienen los santafesinos y que son de responsabilidad provincial: la educación y la seguridad. En estos temas no hay margen para fallar ni para realizar pequeñas reformas de maquillaje. Los cambios deben ser profundos para garantizar en ambas áreas servicios de calidad.
Y Lifschitz tendrá su propio reto personal. Es el primer intendente de esta ciudad desde la recuperación de la democracia (1983) que es auténticamente rosarino. Horacio Usandizaga nació en Los Molinos, Héctor Cavallero en Las Parejas y Binner en Rafaela. Más allá de sus diferencias, los tres hicieron gestiones que dejaron marcas positivas en la ciudad. Por eso, el que viene no puede hacer la plancha, mirar para arriba esperando que pase el tiempo, porque simplemente quedaría en evidencia ante la gente.
agerber@ lacapital.com.ar enviar nota por e-mail | | |