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 sábado, 06 de diciembre de 2003

El desafío de hacer de la música un lenguaje cotidiano
Cada vez más chicos quieren estudiar en la Escuela Municipal Mazza

Marcela Isaías / La Capital

Guitarras, violines y piano ejecutados por chicos que no superan los 10 años pusieron la nota emotiva al cierre de clases de la Escuela Municipal de Música Juan Bautista Mazza. Los aplausos del público que colmó el auditorio del Parque de España dieron su contundente aprobación a las distintas interpretaciones musicales, que se prolongaron por casi una hora. Ese comienzo fue una muestra de un arduo trabajo educativo basado en la confianza sobre el talento expresivo que cada uno posee.

Más tarde le siguieron las distintas orquestas de tango y jazz -por citar algunos de los grupos- a cargo de otros estudiantes de diversas edades. Como no podía ser de otra manera, la música vino a cerrar un año de nuevos aprendizajes, o bien "esa usina generadora de sonidos vitales para Rosario", tal como lo expresó el director de esta Escuela Municipal, Luis Giavón.

La presentación impresionó por la calidad artística, la concentración de los pequeños músicos y una muestra de sensibilidad permanente. Nada es casual. La escuela Mazza se propuso hace 5 años -relató Giavón al público- ampliar la franja de edades de sus ingresantes para que desde muy temprano los chicos se familiaricen con los instrumentos, el canto y las expresiones musicales. La puesta en marcha fue inmediata y aceptada por la comunidad rosarina. La prueba está en que en 1998 unos 600 jóvenes estudiaban en la escuela de Oroño 1540, y hoy ya suman 1.100.

El trabajo con los más pequeños se apoya en el método Susuki, una estrategia por la que los más chicos -en este caso desde los 4 años- se contactan con los instrumentos, los exploran y hacen de la música una cuestión cotidiana. Pero, sobre todo, se apoya en un trabajo en el cual padres y familiares se involucran de manera decisiva.

El método toma el nombre de su creador, Shinichi Susuki, quien sostiene un lema de trabajo basado en la creencia de que todos los niños tienen talentos. Y esto es precisamente lo que toma la escuela Mazza en el desarrollo de su propuesta educativa. "También lo entendemos como la oportunidad de aportar a la cultura, porque todos se involucran: los chicos se contactan con la música, la toman como algo común y familiar, y esto se traslada por generaciones enteras", resalta Giavón.

Para el caso, cita las palabras del conocido director Daniel Baremboin y expresa que lo fundamental es que "se comparta el aprendizaje con un material en que las reglas de juego están pautadas solamente como punto de partida, porque a la hora de tocar el espacio de cada uno se da en un juego democrático donde todos tienen la oportunidad de dar a conocer su talento".

El trabajo con el método Susuki también se desarrolla -bajo la supervisión de la Escuela de Música- con un importante números de chicos en los Distritos Sur y Oeste municipales.


Arte y cultura
Emiliana Zorzoli tiene 8 años, Leandro Fernández Moutin 9 y Martina Valdelomar 10. Los tres terminaban de hacer su parte en el acto de fin de curso. Están contentos porque dicen que interpretar en público "fue agradable". Los tres tocan el violín. Emiliana también el piano. Hablar de Mozart, Bach o Beethoven para ellos es algo tan natural como interpretarlos. Definen a la música como arte y cultura; y cada uno a su manera recomienda a los demás chicos aprender a conocer un instrumento, simplemente "porque es divertido, de aburrido no tiene nada" y encima "te hacés de amigos".

La mayoría de los chicos que ingresan a esta escuela municipal lo hace porque pertenece a una familia de músicos o ha tenido un contacto cercano con ella. La escuela después se encarga de abrirle pasos a otros conocimientos musicales distintos a los que traen de su hogar.

De todas maneras, también se ingresa por otros y diversos motivos. Según destaca Givón, hay adolescentes que se anotan en grupo, porque tienen su propia banda musical, y también están los adultos que quieren perfeccionarse en alguna especialidad.

En la escuela Mazza se dicta el profesorado de música, que habilita a enseñar esta disciplina en el sistema educativo. Sin embargo, su plan de estudio se diferencia de lo indicado en la ley federal de educación: "No perder la especialidad fue una decisión que tomé cuando asumí la gestión", resaltó Giavón al explicar por qué este profesorado no siguió al pie de la letra lo estipulado en la ley federal. "Hubiera significado la pérdida de especificidad en el aprendizaje", agregó al respecto.

Un plantel de 40 docentes atiende al gran número de alumnos. Ampliarlo es uno de los desafíos que Giavón se fijó para el año próximo. El otro es concluir la construcción del auditorio propio en la sede de la escuela. "Rosario cuenta con muchas salas, pero tener la propia nos libera de deambular por distintos espacios, nos permite contar con el propio y además diseñar nuevas programaciones", dijo Giavón. Para el director es importante que las bandas o grupos musicales que se gestan tengan un espacio para mostrar sus producciones. El auditorio se ve como el espacio ideal para esta meta.

La escuela de música enseña a niños, adolescentes y adultos. Aprenden audioperceptiva y solfeo, también a incursionar en la teoría instrumental y a tocar piano, teclado electrónico, guitarra, flauta, saxo, trompeta, violín, bajo, entre otros instrumentos. También a hacer que la música sea parte del lenguaje cotidiano.

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Los chicos se ganaron cientos de aplausos.

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