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 sábado, 06 de diciembre de 2003

El campo enfrenta el desafío de recrear la economía argentina
El sector cuenta con experiencia y tecnología, pero aún faltan créditos y programas concretos

Rubén Arrascaeta

Según un estudio de World Economic Forum (WEF), en el ránking de 102 países la Argentina retrocedió del puesto 64 al 78, lo que indica que fue menos competitivo durante el año 2002.

La inestabilidad política, la corrupción y la devaluación, restringieron notablemente el crédito internacional dejándonos en una encrucijada difícil de sobrellevar por falta de financiamiento.

No honrar la deuda externa nos marginará de ayuda internacional para inversiones genuinas. Sólo contamos con nuestro esfuerzo y está por verse nuestra capacidad negociadora con el mercado de capitales.

Conviene saber que la competencia es el mecanismo que regula la actividad del mundo capitalista con economías descentralizadas y Estados Unidos es un ejemplo en este sentido. Es a través de este mecanismo que un Estado impide la formación de monopolios y para que eso sea posible, hace falta además de estabilidad, controles incorruptos y eficientes y en ese aspecto, fuimos un fracaso.

A nuestro país le costará reconstruir reservas y por ende, el crédito interno a largo plazo. No habiendo otra alternativa, el campo tiene la inmensa tarea, como hace 130 años, de recrear una vez más nuestra economía.

El problema mayor es que el primer mundo subsidia los commodities alimentarios en torno a los 370 mil millones de dólares por año, compitiendo deslealmente con la provisión de proteínas subsidiadas.

Argentina y Brasil lideran en conjunto el mercado de proteínas y éste último país también fue devaluado por este estudio, razón por la cual se impone una estrategia con el mercado de soja.

Hoy, con la experiencia acumulada y la tecnología, se pueden sembrar grandes extensiones y de hecho se están haciendo, aunque no en la medida necesaria. Faltan programas y créditos para tal fin.

Que el primer mundo elimine los subsidios es una quimera, pero con un continente al que le sobran tierras, además de sembrar hay que ocupar los espacios.

El crecimiento demográfico nos dará varias ventajas, entre ellas un mercado consumidor importante y el aporte que otorga un pueblo joven, aunque esto lleve tiempo algún día hay que comenzar.

Hace una centuria que las multinacionales dominan el comercio de las exportaciones cerealeras, a lo que se sumaron los subproductos de soja. La industria aceitera avanza mejorando el crushing de las oleaginosas del cual participan dos empresas nacionales importantes.

Se han invertido más de 1.000 millones de dólares en puertos y fábricas. Aunque el sector cooperativo hoy tiene menos presencia por falta de inversiones, el comercio de granos es bastante competitivo, sólo se debe cuidar que no se favorezcan operativamente con los ejes del Mercosur los que cultivan un poder concentrador.

La participación del 17% del ferrocarril en el transporte de granos no mejoró con las privatizaciones, tal vez porque no se han hecho las inversiones correspondientes, pero lo cierto es que están lejos de la prestación como servicio público.

El transporte en camión desde distancias superiores a los 200 kilómetros desde la chacra a los puertos del Gran Rosario, eliminando el depósito en estaciones ferroviarias, produce grandes congestiones en las terminales portuarias y consecuentemente mayores costos porque deprimen el mercado.

La eliminación de las instalaciones oficiales en el interior aceleró el proceso punta a punta y ésta es una asignatura pendiente.

Si bien el sistema del Amazonas es el más importante en el continente por el volumen de agua dulce y por la cantidad de ríos navegables, en lo inmediato es el sistema del Plata el que tiene más valor económico, porque involucra a los cuatro países del Mercosur y a Bolivia.

Los ríos Paraná, Paraguay y el Tieté son lindantes con las regiones más productoras del continente y, pese a los 36 años transcurridos de la primera reunión en Santa Cruz de la Sierra para activar el sistema, no hemos hecho las gestiones correspondientes.

Los puertos tienen que actuar como zonas francas para los socios del Mercosur. La provincia de Santa Fe dispone de 900 kilómetros de costa aunque se destacan los 300 kilómetros de zonas de trasbordos.

No sigamos perdiendo el tiempo: "Vendamos la hidrovía", proyectando un plan maestro de transportes para el Mercosur que sea la garantía de las inversiones portuarias.

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El Mercosur busca un plan maestro de transporte.

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