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 miércoles, 03 de diciembre de 2003

Charlas en el Café del Bajo

 —Le recuerdo, Inocencio, que el día 3 de diciembre del año 1967 puede considerarse un hito en la historia de la humanidad y, naturalmente, un punto relevante en la historia de la medicina. En un día como hoy el médico sudafricano Christian Barnard trasplantó con éxito el primer corazón humano. Lewis Washkansky, un enfermo cardíaco terminal de 53 años de edad, recibió el órgano de una mujer de 25 años muerta en un accidente automovilístico. ¿Lo recuerda?

  —Naturalmente, Candi. Fue “la noticia” en todos los medios del mundo. La revolucionaria operación se realizó en el hospital Groote Schuur de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. La técnica utilizada por Barnard había sido desarrollada en los años cincuenta por un grupo de investigadores estadounidenses. Téngase en cuenta que el primer trasplante de corazón, en un perro, se realizó con éxito en la Universidad de Stanford en California en 1958. ¡Cómo avanzó la medicina desde entonces y cuántas vidas se salvaron!

  —Claro, por aquel entonces había dificultades para controlar el resentimiento del sistema inmunológico provocado por los medicamentos que se daban al paciente para impedir el rechazo, por eso Washkansky murió 18 días más tarde de neumonía doble. Sin embargo fue un gran paso, porque el órgano trasplantado funcionó con normalidad hasta el último momento.

  —En los últimos años la ciencia médica ha logrado avances maravillosos y la humanidad nos dio médicos y científicos notables, muchos de ellos argentinos. Notables no sólo como profesionales, sino como seres humanos.

  —Y hoy la noticia del día que tiene que ver con la medicina es el descubrimiento de una forma de inducir el orgasmo en las mujeres que carecen de esta sensación. Usted sabe que, ya sea por razones psicológicas o por problemas neurológicos, muchas damas no pueden tener orgasmos y ello deriva en la ausencia de placer orgánico durante la realización del acto sexual o el acto de amor, si le gusta más el nombre.

  —¿No me diga? Dé más detalles.

  —Un médico estadounidense acaba de patentar un dispositivo capaz de desencadenar un orgasmo y comenzó una prueba clínica autorizada por la Dirección de Alimentos y Fármacos (FDA) de Estados Unidos. El médico es el especialista en dolor Stuart Meloy, quien ya hizo una primera prueba en una paciente con “resultados asombrosos”, insertándole un pequeño aparato del tamaño de un marcapasos debajo de la piel y en la zona de la médula espinal. La voluntaria, una mujer casada, no había experimentado un orgasmo desde hacía cuatro años, pero durante los nueve días que tuvo puesto el diminuto artefacto logró varios e incluso el primer orgasmo múltiple de su vida. ¡Qué me cuenta!

  —Lo curioso del caso es que el médico descubrió todo esto por casualidad. Resulta que se encontraba tratando a una paciente con fuertes dolores de espalda con un estimulador de médula espinal. Cuando Meloy colocó los electrodos en un sitio específico de la médula espinal para identificar los haces nerviosos que transmitían las señales dolorosas al cerebro, la mujer gimió con placer. “Va a tener que enseñarle a mi marido a hacer eso”, dijo la paciente, según el relato del médico. De todas maneras, algunos especialistas norteamericanos aún se muestran escépticos sobre el procedimiento. No obstante, en Estados Unidos ya hay muchas mujeres interesadas en el tema, por cuanto se sabe que la falta de orgasmos no sólo supone falta de placer o de plenitud, sino que puede afectar la relación de la pareja en el aspecto sexual. De todos modos, la mala noticia es que el tratamiento parece que estará por el momento vedado a las damas de pocos recursos, porque un implante del dispositivo costará unos 22.000 dólares.

  —Bueno, mire Candi, hace muchos años leí un libro de un reconocido médico holandés que aseguraba que la falta de placer en la mujer durante el sublime acto de hacer el amor es pura responsabilidad de los señores. ¿Será verdad?

  Y bueno, Inocencio: a falta de amor y de buenos amantes ahora vienen maquinitas. ¡Qué mundo!

Candi II

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