| domingo, 30 de noviembre de 2003 | Educación: Encuentro con la escritura ¿A qué se debe la necesidad de escribir? ¿Por qué lo hacemos? ¿Qué significado tiene la escritura para quien escribe? ¿La habilidad en la elaboración de los textos es por inspiración, producto de las musas? ¿Es importante la lectura?...
Desde sus orígenes, el hombre ha tenido la necesidad de volcar su experiencia, sentimientos, emociones (lo vemos plasmado en rocas). Dibujos rupestres que da cuenta de su vida y sus costumbres. Al poco tiempo de nacer, junto con la habilidad para desplazarnos, empezamos a demostrar nuestra capacidad para usar el lenguaje. Pasamos de los primeros sonidos a las palabras, desde la oralidad a la escritura.
En realidad, según estudios de la psicología cognitiva, los bebés son capaces de comunicarse con los adultos antes de la aparición del lenguaje, mediante gestos y miradas, transmitiendo, sus deseos e intenciones. Así, se producen en el hombre representaciones mentales del conocimiento lingüístico que se modifican y enriquecen a medida que desarrolla capacidades lingüísticas y metalingüísticas para luego, cuando tenga lugar el proceso de comprensión y producción del lenguaje acude al que tiene representado en la mente.
A lo largo de nuestra vida estamos en contacto con el lenguaje, entonces, ¿qué sucede con la escritura? Indudablemente más allá de nuestra intención el acercamiento a la misma conlleva un proceso cognitivo previo donde es protagonista la lectura.
Esta tarea, es una de las herramientas imprescindible que acompañan el proceso de escribir. En el acto de la expresión escrita, hay un conjunto de conocimientos que intervienen desde el manejo del código, a la composición del texto.
Cada uno tiene un motivo particular a la hora de escribir, lo importante es desterrar viejos mitos como el de las musas, secretos o magia. .
Sabemos que las ideas surgen de nuestra memoria, de lo que escuchamos, leemos, experimentamos y que el proceso de escritura es un continuo trabajo de selección ,de información, elaboración, corrección, etc.
Respondiendo a la otra cuestión, sin duda, la intención, el motivo que nos impulsa a escribir va a condicionar nuestro texto. Saber "qué pretendemos" al escribir, es un primer paso ineludible que va formar parte de nuestro sello.
Escribir para divertirse, para trascender, para comprendernos, para comunicarnos como Juan Luis Cebrián que eligió el periodismo para conocer y contarle al mundo lo que pasa. Para recrear mundos como Gabriel García Márquez, quien suele afirmar que le debe su imaginación al mundo real. Es decir a Aracataca, en Colombia, el pueblo donde nació, y a sus abuelos maternos. O todo lo contrario, como es el caso de Juan Rulfo que ha expresado al respecto: "Nunca he sabido describir lo que veo, ni lo que cuentan, ni lo que oigo, nunca he utilizado las cosas reales para escribir".
A veces se escribe para inventar mundos, para resolver conflictos. Contaba Freud cuando investigaba el mundo de los sueños, que había un pueblo en el que todos los hombres estaban enamorados de la misma mujer. Hasta que un día, uno de ellos, un hombre diminuto, amaneció diciendo que se sentía liberado de su obsesión. Al indagar sus vecinos cómo lo había conseguido, les contó que esa noche había soñado que la mujer lo amaba. Así fue como él resolvió el conflicto (idénticos resultados se pueden conseguir con la escritura).
Estas u otras motivaciones resultan válidas . Vicente Huidobro dijo al respecto: "Puesto que debemos vivir y no nos suicidamos, mientras vivamos juguemos el simple spot de los vocablos"; son elecciones personales que responden a la intención individual. Pero no cabe duda que el acto de la escritura es un camino arduo. Experiencia donde la imaginación necesita ser incentivada y la escritura apoyada por herramientas que la fortalezcan.
Viviana Inés Correa
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