| domingo, 30 de noviembre de 2003 | Cocina: Menú para dos Por Quique Andreini / La Capital Mi querida amiga, esta es una nota para que la lea "él". Deje el diario abierto como al pasar y espere sus frutos (bueno, es una forma de decir, usted me entiende). Cocinar para uno sólo es como resolver un rompecabezas al que le falta una pieza. Siempre nos arreglamos con alguna verdurita por aquí y otro bifecito para allá.
Pero hacerlo para dos se convierte en un desafío personal ya que hay tener en cuenta una serie de detalles que no deberán ser pasados por alto, sobre todo lo que uno supone le debe gustar a "ella". Lo demás es conocer las cantidades, el tiempo de preparación (que parezca sofisticada sin llegar a serlo) y tener todo listo a la hora de la llegada.
Acepte un consejo de este humilde amigo que algo conoce de comida (de mujeres, jamás) pero jamás prepare algo que nunca cocinó antes y que esté seguro que le sale bien. Por más que en la tele parezca "fácil y divertido" como suele decir alguno de mis colegas. Cocinar es algo muy serio, y sobre todo si de seducir se trata.
La ley de Murphy se cumple inexorablemente: si algo puede salir mal, esto sucederá en el peor momento posible. No recurra a recetas afrodisíacas, son (con perdón del término), puro verso, desgraciadamente no existe tal milagro. Otro día hablaremos del tema. Tampoco intente decir "a mi cocinar no me gusta", compro todo en la rotisería de la esquina y listo. Error, mi querido amigo, esta actitud es totalmente demodé.
Demostrará que es un hombre hecho y derecho, pero con esa sensibilidad especial que la hará caer a sus pies (recuerde limpiar la alfombra por las dudas).
Le sugiero un pollo en salsa de miel, curry y mostaza (si ya con este nombre no comienza a preparar el ambiente, mejor vaya a jugar al fútbol con sus amigos). Precaliente el horno unos quince minutos antes y prepare dos pechugas. En una fuente que pueda llevar al horno coloque dos cucharadas de manteca, lleve a fuego suave y derrítala. Incorpore tres cucharadas de miel, una cucharadita de curry y una cucharada de mostaza. Si ya cobró el aguinaldo: mostaza de Gijón.
Mezcle bien, pruebe y sale a gusto. No emplee el viejo truco de ponerle mucha sal al plato para que la persona a seducir sienta mucha sed y beba mucho vino. No sirve y arruina la comida.
Coloque las pechugas sobre la salsa y délas vuelta un par de veces para cubrirlas por completo. Lleve a horno, bajando el fuego a los diez minutos de la cocción. Rocíe frecuentemente con la salsa y dé vuelta las pechugas. Mientras tanto vaya preparando una fresca y crujiente ensalada aderezada con una vinagreta francesa como ya le enseñé a preparar.
Como fin de comida, pero no de la noche (si todo salió bien recién comienza todo), le propongo un postre facilísimo. Compre un buen helado artesanal y agréguele una salsa hecha con trocitos de frutillas al natural, a las que habrá mezclado un poco de mermelada también de frutilla, diluida en vino blanco.
Para que surta todo su efecto, la salsa tiene que estar caliente por lo que deberá servirla de inmediato contorneando el helado. Si ella exclama: "¡no sé si debo, esto me va a engordar!" Usted deberá responder: "pero si estás divina, a ver, dejame verte mejor". Yo ya hice mi parte, ahora le toca a usted. ¡Suerte! enviar nota por e-mail | | Fotos | | Cocinar para dos, un desafío personal. | | |