| sábado, 22 de noviembre de 2003 | Opinión: Mejores lectores, mejores diarios Marcela Isaías / La Capital La compañía noruega Norske Skog, segunda productora de papel prensa a nivel mundial, y la Asociación Mundial de Periódicos firmaron recientemente un acuerdo de cinco años con la meta principal de lanzar una serie de programas destinados a la utilización de periódicos y revistas en las escuelas en todo el mundo. La empresa fabricante de papel se compromete a aportar 12,7 millones de coronas noruegas —1,74 millón de dólares— para contribuir junto con la asociación señalada a esta propuesta de elaboración de proyectos de “periódicos en la escuela”, particularmente en los países en desarrollo.
Según coincidieron los titulares de cada organismo a la hora de firmar el acuerdo, el objetivo buscado es “incitar a los jóvenes, docentes y escuelas a usar la prensa escrita con fines educativos”. Las primeras acciones de trabajo están destinadas a la expansión de estos programas en la región europea de los Balcanes y en Asia, lo que incluirá la elaboración de materiales con soportes pedagógicos para los docentes.
El aporte es concreto y también lo es el trabajo que esta asociación —que reúne a 18 mil periódicos y nueve agencias internacionales, entre otras empresas periodísticas de todos los continentes— desarrolla respecto del impulso a programas educativos que buscan la lectura de la prensa en las aulas. El acuerdo es entonces un fuerte apoyo a lo que se viene haciendo sobre el tema y también un impulso para aportar nuevas ideas.
Ahora bien, más allá de que la Argentina se vea o no beneficiada de manera directa por este acuerdo, lo cierto es que el mismo busca junto a la promoción de la lectura de periódicos en las aulas asegurarse nuevos lectores —para el presente, pero fundamentalmente para el futuro—.
Pasada en limpio esta intención, la mirada se vuelve entonces hacia el papel que le toca a la escuela. Al margen de los beneficios que pueden medirse desde lo propiamente educativo —como actualizar contenidos, leer diversidad de textos, diferenciar hechos de opiniones, por citar algunos ejemplos—, la verdad es que también desde las aulas se puede contribuir claramente a exigir una mejor calidad informativa.
Porque la lectura crítica de la prensa que promueven estos programas, entre ellos “El diario en el aula” que hace 12 años desarrolla La Capital, no puede limitarse a la meta simple de comprensión de lo que se lee. La propuesta debe ser más ambiciosa y deberá entenderse como la oportunidad de formar lectores que demanden una mejor calidad informativa, respeten y hagan respetar la pluralidad de ideas oponiéndose a los intentos de monopolizar —bajo cualquier forma— la información.
La cuestión es clave para poner en práctica un derecho que involucra de lleno a cualquier sociedad que se precie de democrática: la libertad de expresión. El ejercicio libre, responsable y profesional de la prensa demanda de lectores exigentes. Lectores que puedan acceder a los textos de igual modo y con similares herramientas para discernir lo falso de lo verdadero de las noticias. En fin, se buscan mejores lectores, y la escuela puede darlos. enviar nota por e-mail | | |