Editorial

Sondeo revelador

Si existe un tema que divide aguas en la Argentina -y por ende también en Rosario- y que genera elevados niveles de intolerancia e incomprensión mutuas, ese es el aborto. En cualquier escenario donde se lo discute resulta posible contemplar ríspidas polémicas, en las cuales el punto de encuentro entre las partes en pugna aparenta ser poco menos que imposible. Rígidas convicciones de índole moral y religiosa, o en el otro extremo fanatismos laicos, impiden llegar a un acuerdo sobre una cuestión que debe ser leída como de resolución fundamental si se recuerda su dramática incidencia entre los sectores más humildes de la sociedad.

Días pasados un curioso sondeo realizado por un médico local proporcionó jugosa información sobre el asunto, oportunamente difundida por La Capital. Sin embargo, sorprende la carencia posterior de reflexiones en torno de los resultados obtenidos en la compulsa. Al respecto, sólo cabe acotar que en relación con tan delicado tema son muchos quienes se sienten portadores de una verdad absoluta, y en consecuencia carecen tanto de flexibilidad como, aunque parezca insólito, de curiosidad.

El ginecólogo Alberto Badano consultó a ciento ocho colegas de distintos hospitales y sanatorios de la ciudad sobre si, en el caso de que la práctica estuviera legalizada, estarían dispuestos a realizar un aborto. Las respuestas, que eran anónimas y voluntarias, reflejaron que el 38 por ciento "nunca" lo haría, pero el 62 por ciento restante contestó que sí, teniendo en cuenta distintas variables.

El especialista que ideó la encuesta brindó datos altamente reveladores en torno de la legalización del aborto: "En Estados Unidos se produce una muerte cada cien mil casos de aborto legal. En cambio, la cifra es de quinientos cuando la práctica es ilegal". Y agregó un concepto que merece ser debatido: "La criminalización del aborto no disminuye su incidencia y dramáticamente aumenta los niveles de mortalidad materna, sobre todo los de las mujeres más pobres, porque se lo realizan con técnicas de baja calidad médica".

Una sociedad madura no puede postergar el diálogo profundo y respetuoso sobre las cuestiones que la afectan. La Argentina, que parece querer cambiar muchas de las pautas que rigieron su pasado inmediato, está en condiciones de enfrentar los hechos y modificarlos para el bien de aquellos que son víctimas sólo porque no pueden elegir un mejor destino.