| domingo, 09 de noviembre de 2003 | Bienestar para los de siempre Hoy me siento invadida por la nostalgia. No significa necesariamente rechazar o desdeñar el presente, sino que él con sus realidades, ya elaborando pacientemente un forzoso impulso en el que predominan conductas, acontecimientos y circunstancias que difieren de épocas pasadas, y entonces entro en el túnel del tiempo que me traslada a la época ¿remotísima? en la cual no faltaba el trabajo y las demandas laborales eran plenamente satisfechas. Cuando el trabajador estaba protegido por leyes, y en la actualidad otras sancionadas en su reemplazo lo han convertido en instrumento maleable de su empleador. Cuando tenía acceso a líneas de créditos a través del Banco Hipotecario para construir su propia casa, hasta que llegaron a administrar la institución Aníbal Reynaldo y Adelina de Viola -ésta con negociados oscuros en las islas Caymán- quienes, alternativamente, provocaron su vaciamiento. Cuando la pobreza se exhibía con dignidad porque no había descendido a niveles de miseria como acontece en la actualidad; cuando el jubilado vivía dignamente de sus haberes y con sus pequeños ahorros, porque el dinero valía, podía realizar un viaje a Europa y volver con regalos para sus nietitos. Nuestra Argentina de hoy los ha condenado a todo tipo de privaciones y a recurrir a la asistencia de sus hijos, que también hacen esfuerzos para mantener a su familia. Cuando no se conocía la deuda externa y hoy se han hipotecado el presente y el futuro del país y el de todos los jóvenes que se ven obligados a emigrar; cuando no se conocía la corrupción y hoy se la puede considerar devastadora e incorporada a los cargos públicos; cuando adolescentes de 12 o 14 años vivían en familia junto a sus padres y hoy, a esa edad, no sólo consumen drogas sino que son violentos y candidatos potenciales para incursionar en el campo del delito; cuando las escuelas públicas eran un orgullo, sin preocupantes deterioros edilicios, sin derrumbes poniendo en peligro la vida de niños y maestros. ¡Ay!, parafraseando al poeta "todo está como era entonces, todo está...nada ha cambiado". Luis Prémoli, en un hermoso poema que publicara hace unos años La Nación, decía: "Salí a explorar la vida esta mañana; al no tener respuesta a mis preguntas, me da curiosidad por alimento...¡Para volver a andar otra mañana!.
Olga Ponce
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