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 domingo, 26 de octubre de 2003

Charlas en el Café del Bajo

-No puede haber dolor más grande, aflicción más tremenda que la muerte de un hijo. Ese dolor se potencia en una madre y se hace más agudo, más punzante, más insoportable cuando con el hijo perdido había toda una vida por delante, toda una vida para compartir. María Isabel Miró, una amiga y periodista de una pequeña ciudad enclavada en plena Pampa argentina, América, nos envió esta noticia que ahora vamos a reproducir y que tiene, en rigor de verdad, dos facetas, dos perfiles: el del dolor y el de la esperanza. En esta noticia hay, además, un mensaje para los ingratos y egoístas. Y que cada uno tengamos el valor y la luz para atreverse y saber discernir que es la ingratitud y que el egoísmo.

-¿Qué dice nuestra joven amiga María Isabel, Candi?

-Ayer ante las cámaras de televisión del programa "Sábado en vivo" expresó algo por el estilo: "Matías Parravecini, un chico de 15 años de nuestra ciudad, perdió la vida el domingo pasado como consecuencia de un accidente automovilístico sucedido en Santa Rosa, La Pampa. Su mamá Anacora Rodríguez, sufrió heridas de carácter leve. Matías, un chico querido en nuestra comunidad, cursaba primer año de polimodal de la Escuela Media N 3, instituto que el lunes no dictó clases. En las primeras horas del lunes se dictaminó la muerte cerebral de Matías. La familia de inmediato decidió donar sus órganos. Esto habla del más maravilloso acto de amor, en medio de tanto dolor". María Isabel añadió: "Ninguno de sus familiares dudó en prolongar esa vida en otros seres que desean fervientemente vivir y que con frecuencia no lo logran porque aún no comprendemos los argentinos la importancia de la donación. Eso es donar: nada más ni nada menos que dar vida, despojarse de todo egoísmo y dar amor y vida".

-¡Qué lindo!

-Yo no sé si esta columna de hoy va a llegar hasta las manos de Anacora, hasta las manos de los papás de Matías. No es mi intención tampoco procurar con palabras que no tengo mitigar ese dolor que sólo puede atemperar la fe, la oración y Dios. Fe en que en el universo nada muere, absolutamente nada. Sólo quiero expresar lo siguiente: Cuando al rabino Harold Kushner le informaron que su amado hijo Aarón, de 14 años, había muerto al fin después de soportar una terrible enfermedad, soportó primero el dolor y enseguida se sentó frente a una computadora y escribió un libro magistral: "Cuando la gente buena sufre". Kushner en otras de sus obras dice algo que deberíamos reflexionarlo cada mañana al despertar: "El elemento final que nos permite afirmar: "He vivido, y mi vida importó", es saber que uno contribuyó para que algo cambiara".

-Es cierto.

-Matías y sus papás no sólo han donado órganos físicos que permitirán extender la vida de otros seres, han donado además órganos espirituales para que muchas almas enfermas (a propósito digo que la enfermedad del alma es contagiosa) tengan la oportunidad de recobrarse para una nueva vida.

-¿Pero qué vida?

-Si logramos sosegar nuestras pasiones, iluminar nuestra mente y volverla equitativa por un instante, veremos que cada día somos ingratos, egoístas, confundimos amor con amor propio. La vida y Dios nos sirven en una bandeja de oro fino sino la felicidad, al menos la paz interior para que la tomemos y sobre la bandeja derramamos ese tóxico que tanto daño causa a nosotros mismos y a los demás. De una y mil formas muchas veces nos oponemos a tener paz, rechazamos el disfrutar de todas las cosas buenas que se nos ofrecen. En muchas ocasiones y por alguna razón desconocida, pero necia e inútil, generamos conflictos o no los evitamos. En otras, nos sentimos culpables y expiamos la culpa con la aflicción autoinfligida. Nos convertimos en soberbios dioses que manejamos el sino apresurando o creando las dificultades; desairamos a la verdadera divinidad no reparando en la oportunidad que nos brinda. Por eso, para mí Anacora ha donado algo más que los órganos de su querido hijo, ha donado una sublime enseñanza. Se me ocurre escuchar su voz que dice a quien la quiere escuchar: "No pierdan la oportunidad de amar, no destruyan la alternativa de vivir". Bien dice María Isabel Miró: Donar es dar vida, amor, despojándose de todo egoísmo.

Candi II

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