| domingo, 26 de octubre de 2003 | [Memoria] Sáenz Quesada: "Siempre hubo una negación a indagar en la figura de Isabel" La historiadora investiga a María Estela Martínez de Perón, la única mujer que ejerció la Presidencia en Argentina Gustavo Bernstein La primera biografía política sobre Isabel Perón, a cargo de la historiadora María Sáenz Quesada, investiga la historia de la única mujer que ejerció la presidencia en la Argentina, desde su encuentro con el general Juan Domingo Perón en el exilio panameño, pasando por su inesperada elección como presidente de la República luego del fallecimiento de su esposo y por el calvario de su soledad política junto a los fantasmas desplegados por José López Rega, hasta el golpe militar de 1976, su posterior encarcelamiento y su actual reclusión voluntaria en Madrid, la capital española.
"Siempre hubo una negación a indagar en la figura de Isabel y en sus responsabilidades políticas, cuando por acción u omisión ocupó un rol protagónico en la crisis institucional que derivó en el golpe de 1976", dijo Sáenz Quesada.
"Se ha tendido a ridiculizarla por sus rasgos histéricos, sus gestualidad espasmódica y su lenguaje político elemental; como si a los argentinos nos incomodara mirarnos en el espejo de esta mujer que pese a todo fue clave en la historia reciente", agregó.
Publicado por Planeta, el libro comienza con una semblanza de las intrigas vividas en el país los días posteriores a la muerte de Perón, cuando Isabel asume su legado en su condición de viuda y vicepresidente, para retrotraerse al primer encuentro entre ambos. Se postulan dos hipótesis: una, que se trató del encuentro espontáneo de una bailarina de cabaret, que quiso conocer a Perón porque lo admiraba o porque vio una salida a su situación. Y otra versión más conspirativa que la entrelaza a la Side o la CIA (agencias de espionaje argentina y norteamericana, respectivamente).
"De esta última hipótesis, hay fuertes indicios y fuentes que menciono; no es descabellado pensar que tanto la Revolución Libertadora como los Estados Unidos hubieran intentado seguir a Perón, por su poder de convocatoria", especuló la autora. "Perón se manejaba con gran habilidad en ese mar de intrigas que siempre lo rodeó y es posible que sospechara -aventuró Sáenz Quesada- pero debe haber confiado en su capacidad de seducción".
El texto da cuenta "de la lealtad de Isabel hacia Perón en esos años de exilio caribeño. También de la época, ya instalados en Puerta de Hierro, cuando el líder del peronismo comenzó a pensar en ella como una pieza de su estrategia política".
El desembarco de Isabel como delegada de Perón se produjo en 1965. "Vino para meter una cuña en las aspiraciones de Augusto Vandor, con la tolerancia de los radicales en el gobierno. Estos veían con desesperación la alianza entre el sindicalista y los militares azules, que dieron un golpe meses después", recordó.
Con el brujo
A su regreso a Madrid, va tomando cuerpo la figura de López Rega, "con quien Isabel vuelve al país en 1971, ya convertido en su mano derecha". Y se suman trascendidos sobre aquel vínculo: "Desde los supuestos escarceos amorosos ante la indiferencia de Perón a los rituales esotéricos y los rumores sobre maltratos físicos de López Rega a una Isabel, ya viuda".
También, las intrigas que precedieron su nombramiento como candidata a la vicepresidencia en las facciones internas del justicialismo, "una consecuencia del excesivo poder y centralismo del liderazgo carismático de Perón", consideró la autora. "Ella ignoraba el funcionamiento de las instituciones republicanas; su entorno se adecuaba más al funcionamiento de una corte, donde López Rega ocupaba el primer lugar", graficó.
Un hecho clave sobre el que se detiene el libro es la firma secreta en 1975, "del decreto de aniquilación de las fuerzas subversivas por las Fuerzas Armadas, que da origen al Operativo Independencia; luego ampliado con la firma de Italo Luder".
A partir del golpe del 76, Isabel fue trasladada a la residencia de El Messidor en Neuquén. "Se le confiscaron sus bienes, sufrió procesos judiciales relacionados a la herencia de Perón y al manejo de fondos reservados durante su presidencia".
Liberada en 1981, Isabelita se instaló en Madrid, donde viajaron varios emisarios con propuestas de reinserción política: "Entre ellas, del almirante Emilio Eduardo Massera con un plan para quedarse con el peronismo, Carlos Menem no fue recibido, pero el que obró con inteligencia fue Alfonsín -sostuvo la investigadora-. La reconoció institucionalmente, le resolvió el tema de la herencia y le sacó una ley favorable para que los juicios no la afectaran. Ella lo apoyó y le sirvió para frenar al sindicalismo más agresivo". Pese al desaire, el gobierno de Menem "le pagó más de cuatro millones de dólares correspondientes a un remanente de la herencia y a la indemnización por haber estado presa cinco años".
"Isabel vive hoy en un barrio elegante de Madrid, va a misa, asiste a obras caritativas y juega a las cartas con algunas viudas de personajes del franquismo", expresó finalmente la biógrafa.
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