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 sábado, 25 de octubre de 2003

"Alguien botoneó, porque llegaron justo cuando se hacía la operación"
Tres elegantes ladrones de traje y armados asaltaron una escribanía
Robaron 30 mil pesos cuando se vendía una casa en una oficina frente a la Bolsa. Huyeron dejando a todos atados

Ariel Etcheverry / La Capital

Tres delincuentes cincuentones, vestidos elegantemente con traje y corbata y exhibiendo exquisitos modales demostraron en los hechos el viejo refrán popular: "Las apariencias engañan". El jueves a la tarde asaltaron una escribanía ubicada en pleno microcentro de la ciudad en el momento exacto en que se cerraba una operación inmobiliaria y huyeron con los 30 mil pesos que estaban destinados a la compra de una casa. "Alguien botoneó porque vinieron a llevarse esa plata solamente", afirmó la dueña del lugar. Imperturbables al momento de huir de la escena del hecho, los maleantes bajaron tres pisos sin llamar la atención de nadie y pasaron totalmente desapercibidos, charlando uno con otro, frente al vigilador privado que estaba apostado en la puerta del céntrico edificio. Lo último que se supo de ellos es que salieron a la calle y se perdieron caminando por Corrientes en dirección al norte.

Sucedió alrededor de las 18 en la torre de Corrientes 729, entre Santa Fe y la peatonal Córdoba. En el tercer piso tiene su oficina la escribana Diana Ragni. A esa hora y en ese lugar estaba prevista la firma de la escritura de una vivienda. Además de la titular del estudio estaban sus dos secretarias, el empleado de una inmobiliaria que intervino en el negocio, el matrimonio vendedor del inmueble y la pareja compradora con sus pequeños hijos.

Ragni le aclaró a La Capital que operaciones de este tipo siempre se concretan dentro de salas bancarias y fuera del horario de atención al público. "Por lo general se realizan al mediodía, en horario bancario por cuestiones de seguridad. Pero para lo del jueves las partes se pusieron de acuerdo para firmar la escritura a las 6 de la tarde en mi oficina y así se organizó todo. A los diez minutos de reunión alguien golpeó la puerta", recordó Ragni.

Una de las secretarias se levantó de su escritorio y fue a abrir la puerta. Entonces se encontró con tres hombres de entre 50 y 60 años. Uno calvo, otro canoso con el pelo muy corto y otro más bajo. Los trajes oscuros con corbatas al tono, un portafolio y aspectos físicos más que pulcros, ponían a los tres desconocidos más cerca de un grupo de abogados atildados llegados para participar en una operación que de un trío de hampones profesionales.

Por eso, la empleada de Ragni creyó que estaba en presencia de gente vinculada a la venta de la casa y abrió la puerta. En un instante quedó claro que todo era una farsa y los hombres de traje enseguida desenfundaron sus armas de puño y avanzaron hacia el interior de la oficina. "Quédense tranquilos, sólo queremos la plata", anunciaron ante los presentes. Ragni comentó que el trío sabía muy bien lo que quería y dónde estaba.

"Alguien botoneó porque vinieron justo cuando se hacía la operación", sostuvo la escribana. A esa conclusión arribó por la forma en que se movieron los delincuentes durante los pocos minutos que duró el atraco en su oficina. "Pidieron el dinero de la casa y no otra cosa. No tocaron nada de la escribanía, no nos robaron billeteras, ni anillos, nada. Fueron a buscar el dinero de la venta", añadió. Los billetes, que en total llegaban a los 30 mil pesos, al parecer estaban separados en dos sobres de papel y los tenía la pareja vendedora.

Una muestra de que los ladrones tenían buena información de antemano se dio cuando pidieron el dinero de la casa y el comprador entregó el sobre. Inmediatamente después se dirigieron a la esposa y le reclamaron el resto. Todo terminó cuando todos los presentes fueron llevados a la parte trasera de la escribanía. Los ataron con precintos de plástico. "Les dije que tuvieran en cuenta que le estaban arriunando la vida a una familia. Ese dinero era de ahorros y de una indemnización. Pero ni me escucharon", manifestó Ragni. Después se robaron dos teléfonos fijos y un celular de Ragni para evitar llamadas de auxilio.

Si bien las víctimas recibieron un trato correcto, especialmente por la presencia de dos criaturas, al momento de retirarse el asaltantes más petiso lanzó una velada amenaza: "No se muevan por diez minutos. Miren que yo sé muy bien lo que hago y no tengo problema en llevarme a alguno". Luego bajaron por uno de los ascensores, salieron por el palier y pasaron frente al vigilador para perderse por Corrientes en dirección al norte.

"El custodio los vio entrar y salir, pero no les llamó la atención. En este edificio circula mucha gente. Hay estudios jurídicos, contables, escribanías y los tipos pasaron desapercibidos", indicó la escribana. El caso está en manos de la seccional 2ª y la Brigada de Investigaciones. Ayer se supo que el empleado de la inmobiliaria que estuvo presente en el robo quedó demorado varias horas porque se concibió cierta sospecha sobre su comportamiento minutos antes del atraco. Pero ayer mismo el juez Carlos Triglia lo desligó al ordenar su excarcelación.

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Diana Ragni, la escribana.

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