| sábado, 25 de octubre de 2003 | Charlas en el Café del Bajo -Como todos los sábados y domingos, procuramos dejar de lado las cuestiones, políticas, económicas, sociales para ingresar a una zona más abstracta, espiritual si se prefiere. Tratamos de sosegar el alma, tranquilizar los sentidos y comprender que si bien es cierto que la vida cotidiana está repleta de injusticias, problemas, aflicciones, cansancios, no lo es menos que esa misma vida también está colmada de circunstancias maravillosas y de personas bellísimas. El corolario, Inocencio, y parafraseando el título del recordado filme, sería: a pesar de todo la vida es bella.
-Sin ninguna duda.
-En el transcurso de estos últimos días encontré y conocí gente maravillosa, gente con muchas ganas de servir, de servirse a sí misma y de servir a los demás. Y quiero reiterar que es un compromiso insoslayable, imprescindible de todo ser humano, estimarse, servirse y perdonarse. De otro modo: ¿Cómo podrá ese ser servir al mundo? ¿Cómo podrá perdonar a su semejante? ¿Cómo podrá amar a la humanidad alguien que no se estima?
-¿Con quien se encontró? Cuente.
-Hace pocos días me reencontré con aquella mujer que dio origen, un tiempito atrás, a una de estas charlas. Una profesional brillante, un alma muy sensible que padeció un problemita y que al verme aquella vez irrumpió en llanto. Cuando al otro día escribí sobre ella en esta columna, me concedió el honor (que no merezco) de recortar el texto y plastificarlo. Quiero decirle a esta amiga que eso es demasiado para mí. Lo trascendente en realidad es que cuando volví a verla, me regaló una sonrisa y sobre todo me transmitió un mensaje maravilloso, ausente de palabras, porque a veces los gestos, las miradas, los sentimientos, las tornan innecesarias: "Aquí estoy, dispuesta a seguir adelante y llegar a la meta". No lo dudo, ni por un instante. Además una parte de la meta la alcanzó, tal vez la más importante: su alma está iluminada. El esposo de esta dama, un científico rosarino brillante y un ser excepcional, realizó en una Navidad un acto médico y humano trascendente: devolvió un alma a un cuerpo. Seguramente él no se acordará de la historia y un día de estos la narraré porque gracias a estas personas la humanidad sigue adelante.
-¿A quién le devolvió el alma a su cuerpo este conocido médico, Candi?
-A mí. En estos días, además, conocí a otro médico rosarino de renombre en Argentina y en el mundo, el doctor Alfonso Benítez Gil, perteneciente al instituto Cema, instituto que prestigia a nuestra ciudad. Y conocí en él a otro ser humano excepcional, con gestos de esos que son pequeños motores que impulsan al universo.
-Si, la gente del Cema es especialista en mamas, Candi, y es propicia la oportunidad para decirle a nuestras amigas que el cáncer de mama se cura. Pero para ello es importante hacer controles con cierta frecuencia.
-Ayer tuve la satisfacción de conocer a dos personas de un taller literario con quienes me enriquecí espiritualmente después de una charla de dos horas que pasó raudamente. Carmen y Viviana, esta última una profesora que además ayuda a la gente de un barrio carenciado a que se zambulla en el fascinante mundo de las letras.
-¡Qué bueno! Tarea para los alumnos y la profesora, que nos envíen un escrito: tema libre.
-Y hace un rato, una amiga y periodista de televisión de una ciudad muy chica enclavada en plena Pampa argentina, María Isabel Miró, otro ser excepcional, me ha enviado una historia conmovedora que narraré mañana y que tiene que ver con la donación de órganos. Desde la pequeña ciudad de América, partido de Rivadavia, en la provincia de Buenos Aires, muy cerquita de La Pampa, María Isabel me ha confirmado que en todas partes hay gente maravillosa, dispuesta a servir. Gabriela Mistral dijo una vez: "Toda la naturaleza es un anhelo de servicio: sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco. El servicio no es faena de seres inferiores. Dios, que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamársele así: El que Sirve. Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?".
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