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 sábado, 25 de octubre de 2003

Por la ciudad
¿Y si Usandizaga pedía el Ministerio de Educación?

Adrián Gerber / La Capital

El gobernador electo, Jorge Obeid, ya adelantó que la educación será "el elemento distintivo" de su gestión, lo cual genera expectativa ya que junto a la (in)seguridad es uno de los dos grandes temas de responsabilidad provincial que preocupan a los ciudadanos. Capaz que este anuncio no alcanza para ilusionar a una comunidad educativa cada vez más escéptica por las permanentes promesas que realizan los gobernantes y que luego nunca cumplen, pero al menos es una señal auspiciosa del futuro mandatario. Así, una vez que asuma, deberá demostrar en los hechos la voluntad política y la firmeza suficiente para poner en funcionamiento, de una vez por todas, un sistema de enseñanza de calidad que garantice la igualdad de oportunidades educativas.

Obeid también adelantó el miércoles pasado que "los maestros dejarán de ser trabajadores sociales" al anunciar que sacará de su responsabilidad el funcionamiento de los comedores escolares. Es que se debe revertir esta situación donde la misión prioritaria de las escuelas que atienden mayormente a alumnos de hogares pobres pasó a ser la contención social. Se convirtió en el lugar donde los chicos van a comer, en vez de ser el sitio donde van a aprender.

"Hay países que hace 30 años estaban peor que la Argentina, como Irlanda, Corea, Malasia y Singapur. Por una decisión política invirtieron muchísimo dinero y esfuerzo en educación, ciencia y tecnología, y hoy vemos que todos esos países tienen condiciones de vida y desarrollo mucho mejores que la Argentina. Si no aprendemos con los ejemplos de otros países, que demostraron que esa es la salida, no vamos a poder nunca tener un desarrollo de verdad en la región. La única solución es una inversión constante y maciza en educación", aseveró el sociólogo y funcionario de la Unesco Jorge Werthein.

Por eso es medular el tema de la educación. Y por eso el futuro gobierno santafesino deberá encarar una ofensiva vigorosa para revertir las carencias de infraestructura, equipamiento y funcionamiento de las escuelas; profundizar la capacitación docente y realizar un permanente monitoreo de los establecimientos. Este es el gran desafío de Obeid: recuperar la calidad educativa de todas las escuelas de la provincia. Si recorre este camino, no hay duda de que cosechará el reconocimiento de la sociedad.

Es que por estos días nada se puede esperar de la gestión que termina. Ya ningún funcionario del área hace notar al menos preocupación por resolver problemas que llevan agravándose año tras año. El ministro de Educación provincial, Julio Zapata, ni siquiera habla públicamente, es como si no tuviera nada más para decir después de haberse presentado al asumir el cargo como "sumiso a los obispos".

Y para muestra sólo basta un botón: el miércoles pasado La Capital difundió un informe donde cooperadores y el gremio de los docentes públicos (Amsafé) denunciaron el mal estado de las escuelas de Rosario, especialmente las periféricas. "Las escuelas ya no son de segunda categoría, son más bien de tercera o cuarta" y "el 50 por ciento de los edificios no está en condiciones como para dictar clases", fueron algunas de las duras afirmaciones que lanzaron. "El no va a hablar porque no está al tanto de la cuestión", fue la surrealista respuesta que dio el día después un vocero del funcionario cuando este diario tuvo la pretensión de consultarlo. Si el ministro de Educación no maneja este tema, ¿con quién hay que hablar? ¿Con el secretario de Turismo? ¿Con el director del Servicio Penitenciario?

Pero hay que reconocer que todo podría ser peor en este final de gobierno de Carlos Reutemann, donde se desató una repartija de cargos para amigos, familiares y socios en los entes reguladores, juzgados de paz, defensoría y otras reparticiones.

Así que menos mal que Horacio Usandizaga no le pidió a Reutemann el Ministerio de Educación y se conformó con un cargo en el Ente Regulador de Servicios Sanitarios (Enress). "Me dijo que quiere trabajar para la gente", reveló el gobernador sin mencionar que de paso se llevará mensualmente al bolsillo alrededor de 6.000 pesos. Porque es verdad que Zapata está sumergido en un profundo silencio, pero al menos va todos los días al ministerio. En cambio, Usandizaga está en el ojo de la tormenta, y como siempre desaparece, no da explicaciones de sus actos públicos. Pero la gente no tiene por qué enojarse tanto con el senador radical. Después de todo, no se le puede exigir lo que ya no está en condiciones de dar.

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