| miércoles, 22 de octubre de 2003 | La crisis del PDP He leído con mucha atención el artículo aparecido en La Capital titulado "La interna del PDP". En el mismo se informa de la celebración del congreso nacional partidario en Buenos Aires y se hace referencia a la conformación de la lista de delegados "sin lucha intestina" y "respetando" a los dos sectores internos. Es a esta expresión a la que me voy a referir, pues la considero equivocada. En realidad las fracciones son tres. Una es la que llaman "histórica", compuesta por la mayoría de afiliados y simpatizantes que no intervienen en las elecciones internas, que se enfrenta a los dos grupos antagónicos mencionados en vuestra nota (dos caras de una misma moneda). Porque la crisis de mi partido es más profunda de lo que se cree. Se debaten no esas dos posturas que se mencionan y que saltan a primera vista, sino otra división que no aparece en los diarios y es la que ese sector histórico mantiene con ambas. Esta fracción no se alineó con los neo-socialistas ni con los neo-radicales. Con ellos sólo se alinearon algunos demócratas progresistas. Pero el grueso de nuestros adherentes no los votó. Me refiero al grueso de los afiliados, simpatizantes y votantes consecuentes. Gente de pueblo que no vota por cosas indefinidas. Y el pueblo quiere ver claridad. Al pan, pan y al vino, vino. Cuando va al supermercado quiere encontrar en el estante de arriba el jabón en polvo y en el de abajo, el detergente. No compra híbridos. Tampoco los vota. Por eso, el fracaso sobrevino por no conservar nuestra identidad. Divididos, los demócratas progresistas hicimos la peor elección de los últimos tiempos. Por todo ello, nuestro grupo no quiso que nuestro partido formara esas raras uniones que cuando yo era chico se las llamaba componendas. Y nuestros simpatizantes no los votaron. Se dirá que históricamente nuestro partido tuvo alianzas con ambas agrupaciones. Es verdad, alianzas verdaderas, en las que no perdíamos la identidad, cosa que la ley de lemas esta vez no lo permitió. Es que los verdaderos demoprogresistas, entre los que me incluyo, no somos de derecha ni tampoco de pseudo-izquierda. Sólo comulgamos con el pensamiento y el proceder de Lisandro de la Torre. Con el pensamiento, a veces coincidente con el socialismo, pero sin su componente marxista, con la simpleza sin dogmas de Alfredo Palacios. Con el proceder coincidente con el verdadero radicalismo. El de Alem, en cuanto a lo que simbolizaba aquello de "que se rompa pero que no se doble". Razón primera de la separación de nuestro líder de aquella agrupación frente a las zigzagueantes maniobras de Hipólito Yrigoyen. Virtud radical de primera hora que hicimos nuestra y que los actuales radicales han olvidado. Fui apoderado de una lista para la elección de candidatos (encabezada por María Emilia Biglieri) por no aceptar la presencia de Usandizaga en la alianza con Recrear (tal como lo resolvió el congreso partidario) y a la cual impugnaron -con razones pragmáticas- los partidarios de unirse con ellos y también los que deseaban hacerlo con Binner, integrando la lista del Partido Socialista. De haber ido a internas correctamente se hubiera conformado una sola lista en las generales con candidatos exclusivamente demoprogresistas. Entonces sí, otro gallo cantaría.
Lelio Merli
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