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 lunes, 20 de octubre de 2003

Sentencia por un ataque en Rioja y Alvear en marzo de 2001
Prisión en suspenso para quien golpeó y mató a un muchacho
La gresca ocurrió a la salida de un boliche y la víctima fue David Smolarenko

María Laura Cicerchia / La Capital

Fue su primera y última salida con amigos. David Smolarenko no pudo escapar al ataque de varios pibes en Rioja y Alvear porque a causa de una enfermedad congénita tenía dificultades para correr. Le rompieron la cara a golpes y no soportó la cirugía que le practicaron para corregir esa lesión. Murió a los diez días. Ahora, el único identificado por intervenir en la golpiza fue condenado por las graves lesiones que causó: deberá cumplir 2 años de prisión en suspenso y realizar trabajo comunitario por el mismo lapso. En su fallo, el juez alertó al Estado sobre las nefastas consecuencias de la violencia urbana e instó a los gobernantes a tomar medidas para evitarla. "Es hora de decir basta y dejar de llorar sobre el cuerpo caliente de nuestros jóvenes", advirtió.

David tenía 20 años, cursaba la secundaria en una escuela nocturna y hacía poco tiempo que era beneficiario de un plan de empleo. El joven padecía una enfermedad congénita llamada glucogénesis, una afección metabólica severa causada por una enzima defectuosa. Entre otras cosas, genera trastornos en el metabolismo de los hidratos de carbono, un aumento exagerado del hígado, hipoglucemia y una insuficiente eliminación de dióxido de carbono por los pulmones. Esto no le impedía al muchacho llevar la misma vida que cualquier otro de su edad aunque debía someterse a controles periódicos en el Hospital Garrahan de Buenos Aires.

La noche del sábado 17 de marzo de 2001 decidió salir por primera vez con un grupo de amigos al bar Free Pass, de Rioja al 2200. En el mismo local, el fin de semana anterior se había producido una pelea entre dos grupos de pibes entre los que se encontraba Hernán Pablo Coviello, de 22 años. Aquel enfrentamiento no quedó en el olvido para ambos grupos y esa noche generó una nueva saga de incidentes. El costo de la gresca fue muy alto: terminó con la vida de un joven ajeno a los disturbios.

Antes de las 3 de la mañana hubo un primer roce. Coviello se topó con dos de sus adversarios en la vereda y los corrió hasta que uno de ellos chocó contra un árbol y él "aprovechó" para pegarle una patada. El segundo choque se produjo a las 3.30 cuando Coviello salió nuevamente del local y, según dijo, el muchacho al que había pateado le arrojó un botellazo desde una moto.

Cerca de la moto estaban parados "un chico gordito y dos pibas". Coviello supuso que eran amigos del motociclista que lo agredió, los corrió y a mitad de cuadra alcanzó al "gordito", que no era otro que David: "Me dijo que no tenía nada que ver. Le pegué una piña en el rostro y quedó recostado contra una pared", contó el acusado, que nunca antes había visto a su víctima. Sus acompañantes también golpearon a David. Le propinaron trompadas y puntapiés. Durante su agonía, el chico le pudo contar a su hermana que sintió un golpe de un elemento contundente, "como una baldosa", que lo encegueció.

David llegó a su casa con el rostro desfigurado e hinchado a las 5 de la mañana. Sus padres lo llevaron al Sanatorio Americano donde le diagnosticaron traumatismo de cráneo y facial. Le habían fracturado un hueso de la cara y corría peligro de perder un ojo. "Al operarlo hizo un cuadro que no sabemos si fue consecuencia de la anestesia o de otra causa", aportó al expediente el padre del muchacho, Guillermo Smolarenko, que es médico. Según la autopsia y los estudios anatomopatológicos, el joven no pudo soportar la intervención a causa de su enfermedad.

Por eso Coviello fue procesado y ahora condenado por el delito de lesiones graves y no por un homicidio, ya que al agredir a la víctima no pudo saber que provocaría una muerte. El fallecimiento no fue consecuencia directa de las lesiones, que de otro modo se hubieran curado entre 45 a 60 días. Además de la condena a prisión condicional, si el fallo queda firme, Coviello deberá prestar servicios no remunerados en favor del Hogar del Huérfano fuera de su horario de trabajo.

Para el juez de Sentencia Antonio Ramos, Coviello sólo actuó inspirado por un ánimo de revancha, lo que se refuerza porque siempre apareció involucrado en situaciones violentas en sus salidas. Que haya alcanzado al muchacho por sus problemas para correr y lo golpeara pese a ser ajeno al conflicto, para el juez, "es absolutamente despreciable y Coviello debe responder por ese comportamiento".

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