 | lunes, 20 de octubre de 2003 | Charlas en el Café del Bajo -No se puede ser un elitista cultural y aunque jamás entendí muy bien eso de cultura popular (aunque creo sospechar que quien acuñó la frase quiso decir cultura para todos) tampoco se puede andar bastardeando con tanta ligereza, tan sueltamente, el perfil exquisito que tiene el cultivo del alma y del intelecto.
-¿Por qué dice eso, Candi?
-Me perdonará usted, Inocencio, me disculparán los amigos del bar que no estén de acuerdo con mi apreciación de la cosa, pero anteanoche asistí a una verdadera velada de cholulaje argentino que me pintó de pies a cabeza la realidad de este país. Me refiero al lanzamiento del primer programa de la bellísima Valeria Mazza desde el teatro Colón, programa que si para algo me sirvió fue para estampar, definitivamente en mi convencimiento, la idea de cómo en esta querida tierra conviven en igualdad de condiciones la torpeza y la exquisitez, el talento y la estupidez, lo tosco y la finura. En fin..., la Biblia y el calefón. No es que yo me oponga o cuestione que lo popular se irradie desde el templo de lo sublime (porque lo popular no tiene porque no ser sublime o merecerlo). Nada de eso. Me parece justo y correcto que el Colón abra sus puertas a todo género artístico de raigambre popular, pero de allí a profanar la casa de la cultura argentina con falta de contenido, chatura, frivolidad, intrascendencia, estupidez..., pues creo que es demasiado. Es una lástima, porque hubieran podido hacer algo para todos y enriquecedor. En mi opinión esta chica (en realidad la producción) hizo más de lo mismo (o un poco peor) pero desde el Colón. ¡Patética imagen de esta Argentina!
-Bueno, note usted que ayer Clarín publica una noticia cuyo título dice: "Con un circuito fuera del Colón, Buenos Aires crece como ciudad lírica". Y enumera una serie de pequeños teatros, bares y restaurantes donde encumbrados artistas líricos ponen en escena las obras. ¡Cómo se ha trastrocado todo, no!
-¡Y claro! Yo observaba las majestuosas luminarias, los finos telones, las delicadas imágenes de Soldi, los vitrales, esas finas y trabajadas butacas forradas en terciopelo "sangre de dragón" y sobre todo imaginaba los espíritus de María Callas, Tito Schipa, Richard Strauss, Rudolf Nureijev, Jorge Donn, por nombrar sólo a algunos de los genios que dejaron el sello del talento en el solar y le confieso que verlo al cabezón Tinelli (a quien respeto porque en lo suyo me parece un tipo creativo y genial, aunque en ocasiones un tanto repetitivo) hablando en esa magnitud sobre el picado de fútbol que le ganó su hijo Francisquito... Bueno, creo que el Colón y la audiencia se merecían otra cosa. Algo más rico y formativo y no por ello impopular. ¡Chayanne bailando un tango! Si lo hubiera visto el maestro Julián Plaza!
-Convengamos, Candi, en que no padecemos esta realidad por pura casualidad, sino porque el cholulaje y la travesura reinan en diversos ámbitos y uno de esos ámbitos, fundamental y trascendente como es el cultural, está en ciertos casos en manos de alcornoques, frívolos o inescrupulosos. Se desparraman naderías a diestra y siniestra, que no nos enriquecen, todo lo contrario, pero que sin lugar a dudas abultan los bolsillos de algunos empresarios y productores ¿Ha visto usted las series argentinas o telenovelas que se irradian por las noches en horarios centrales? Son verdaderas obras maestras del terror y ni el recordado y genial Narciso Ibáñez Serrador hubiera podido igualarlas en cuanto a la capacidad que tienen de horrorizar al televidente ávido de talento y creatividad.
-¡Hay que resistir, Inocencio, hay que resistir!
-¡Pero no soy gitano, Candi, y no tengo la paciencia de ese querido pueblo!
-Y bueno, amigo, aguardemos que cambien algunas costumbres argentinas.
-Y a propósito... ¿Cómo se prepara para el casamiento? Porque parece que esta noche en una de las series se casan. Me conmovió el anuncio: "Son amores que vienen y que van, son amores que siempre volarán". Lo recuerdo y un manantial de lágrimas se precipita por mis mejillas. ¡Qué estremecedor!
-Déjese de ironías. De todos modos, no se puede dejar de reconocer que hay buenos programas que logran distraer a los apabullados argentinos de tanta dificultad, como tampoco se puede obviar la realidad de que en medio de la mediocridad hay actores muy buenos, entre ellos jóvenes. En cuanto a Valeria Mazza y "Hoy invito yo"... gracias, pero creo que no podré asistir a la próxima velada aunque se trate del Colón.
Candi II enviar nota por e-mail | | |