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 lunes, 20 de octubre de 2003

La mujer está ciega y el marido es un ex ferroviario
Subastan la vivienda única de un humilde matrimonio de jubilados
Hace algunos años, el hombre le dio la garantía a un antiguo compañero de trabajo que nunca pagó el alquiler

Lucas Ameriso / La Capital

Alberto Tomás Alderete nunca pensó que una gauchada le iba a salir tan caro. El hombre de 66 años puso su vivienda única como garantía de un contrato de alquiler que un compañero de trabajo suscribió en el 97, pero nunca respetó. El inquilino incumplió en el pago de la renta durante un año y las intimaciones terminaron en la Justicia. Por culpa de esta deuda, el jubilado ferroviario junto a su esposa no vidente están a punto de perder la casa que habitan en Garay 5116 desde hace más de 30 años. "Estoy desesperado, no sé qué hacer y encima estoy al cuidado de mi esposa. Ya estoy grande para empezar todo de nuevo", dijo Alderete a La Capital. La subasta fue anunciada para hoy a las 16.15, con una base mínima de 5 mil pesos. La Asociación en Defensa de la Vivienda Unica intentará suspender el remate (ver recuadro).

El matrimonio de jubilados sobrevive en la modesta vivienda de Garay y Felipe Moré, a pocos metros de lo que fue el galpón ferroviario "Triángulo", donde Alderete trabajó como empleado del ferrocarril.

"Primero compré el terreno justo en la esquina de Garay y Felipe Moré y luego un compañero ferroviario me ayudó en el tiempo libre a construir la casa", recordó el hombre al describir el inmueble compuesto de un salón de ventas, cochera, living y dos dormitorios.

Desde el año 70 hasta estos días, la vida del matrimonio Alderete tuvo como escenario esta casa. Allí crecieron sus hijos de 35 y 37 años y luego vinieron los cuatro nietos que vieron crecer en los últimos años.

Pero en los 90, las circunstancias de la vida hicieron que este jubilado ferroviario conociera a un empleado de vigilancia en el ex Supermercado Tigre. Y desde allí comenzaron los problemas.

"En el 97, un compañero de trabajo de nombre Eduardo Rearte nos pidió la garantía propietaria para alquilar una casa y se la dimos desinteresadamente. Pero sorprendidos, nos enteramos que por el término de un año no había pagado ni una cuota de alquiler a la inmobiliaria. Acumuló una deuda y lo terminaron desalojando", comentó Alderete.

El inquilino no sólo le ocultó la situación a quien le había dado una mano, sino que abusó de su confianza para pedirle la garantía una vez más en el año 98 y para otro alquiler. "Como hasta ese momento no habíamos tenido reclamos, se la firmamos de vuelta", recordó arrepentido Alderete. A los pocos días recibió en su domicilio la cédula de desalojo de Rearte y la intimación a responder por sus deudas.

En marzo de 2000, el hombre de 66 años fue a la quiebra y pudo zafar de la primera bandera de remate sobre su propiedad. Desesperado, Alderete sacó de su bolsillo 400 pesos para celebrar un acuerdo de pago entre Rearte y la inmobiliaria. Pero de las 13 cuotas de 280 pesos cada una que debía afrontar Rearte, el inquilino pagó sólo una.


Al cuidado de su esposa
Wity Inés Medina tiene 67 años y es la esposa de Alderete. Desde hace unos años perdió la visión de ambos ojos, víctima de un glaucoma originado por una enfermedad. La mujer fue maestra de una escuela del barrio durante 26 años y se jubiló como docente en la Escuela Nº103 de Catamarca y Sarmiento.

"Probamos con todo. Gotas, rayo láser, operaciones, pero no pudimos recuperarle la visión. Y encima con esto de la casa está muy deprimida, no se puede defender ni caminar y me necesita las 24 horas", relató Alderete con los ojos enjugados en lágrimas.

La actitud confiada y solidaria del matrimonio hacia Rearte los llevó a la ruina. "No puedo empezar de nuevo a esta altura de mi vida. Esta casa la construí para nuestro ocaso", comentó el hombre para agregar: "Me da pena perderla porque si yo hubiese sacado un préstamo hipotecario o me hubiese gastado el dinero es una cosa, pero esto es totalmente distinto. Confié, fui solidario y ahora me rematan la vivienda".

Según pudo averiguar Alderete, Rearte corrió mejor suerte que la suya. El ex compañero de trabajo ahora tiene un nuevo empleo y sería propietario de una vivienda Fonavi. "¿Usted puede creer que le otorgaron una casa en Roullión al 4.300?", se preguntó indignado el jubilado ferroviario y mientras se agarraba la cabeza volvió a interrogarse: "¿Porqué acumuló una deuda inútil y llegó a un juicio de desalojo? Este tipo me arruinó".

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Alderete podría perder hoy su casa.

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