| domingo, 19 de octubre de 2003 | Corrientes: Devoción por el gauchito A 8 kilómetros de Mercedes se levanta el santuario en honor al mítico Antonio Gil Carlos Walter Barbarich / La Capital La provincia de Corrientes se caracteriza por la hermosura de sus paisajes, la calidez de su gente, por ser la cuna del libertador José de San Martín y por la riqueza ganadera, tabacalera y yerbatera. No obstante, hay otras cuestiones que hacen única a esta provincia mesopotámica. Es precisamente el culto a sus "prohombres populares", tal el caso de Antonio Mamerto Gil Núñez o Gauchito Gil. Para el próximo 8 de enero, día que se conmemora su trágica muerte, se esperan más de cien mil personas.
A sólo ocho kilómetros de la ciudad de Mercedes se erige un impresionante mausoleo popular que rinde culto a quien fuera en vida un gaucho bueno y generoso que robaba a los ricos para darle a los que menos tienen: el Gauchito Gil. Se sabe -según creencias populares y lugareñas- que Gil es un hacedor de milagros que entró en la inmortalidad de manera injusta y arbitraria entre 1840 y 1848. La certeza es el día, 8 de enero.
Tiene su monumento a escasos kilómetros de las rutas Nº 123 y 119 y a 8 kilómetros de la correntina localidad de Mercedes, lugar que antiguamente se llamaba Pay-Ubre. Todos los 8 de enero, día en que muere presuntamente entre 1840 y 1848, miles y miles de peregrinos se llegan hasta el lugar para rendirle culto a quien en vida fuera un bondadoso gaucho que ayudaba a los pobres.
La historia oficial La historia oficial dice que Gil fue un soldado que se negó a pelear nuevamente entre hermanos correntinos (autonomistas y liberales), y que para huir de la guerra fraticida se recluyó en el campo. Desde allí ayudó a pobres campesinos que no tenían qué comer y por ello se dedicó al cuatrerismo.
Dicen además que un coronel de apellido Zalazar lo había reclutado nuevamente para librar otra batalla y fue el propio Gauchito Gil quien se negó al pedido. "No quiero derramar más sangre de mi pueblo" fue la escueta respuesta antes de partir sin rumbo fijo pero con una única idea: vivir para ayudar al prójimo.
En esas circunstancias Gil fue perseguido por las tropas de Zalazar hasta que un sargento dio con él en cercanías de Mercedes y produjo su inmediata detención. Por aquellos años se estilaba juzgar a los reos en Goya (Corrientes), a 120 kilómetros de Mercedes. Pero la mayoría de las veces culminaba con el ajusticiamiento del preso en pleno camino a Goya.
El Gauchito Gil no fue la excepción y a sólo 8 kilómetros de viaje un pelotón que lo trasladaba a Goya lo asesinó sin mayores vueltas. Algunos dicen que fue un sargento quien lo degolló, aunque otras versiones indican que como no podían matarlo con balas, al sargento no le quedó otro remedio que degollarlo cabeza abajo y colgado de un árbol que estaba precisamente en el santuario que se erige en su nombre. Antes del bestial acto, Gil le dijo a su verdugo que su hijo estaba muy mal de salud y que si lo invocaba era muy probable que su vástago se salvara ya que la sangre de los inocentes era bien recibida por Dios para aplacar penas.
En efecto, el sargento luego de matar a Gil se va a su casa y observa que su pequeño hijo estaba en estado delicado y siguió los consejos de su víctima. Milagrosamente el chico se repuso y desde ese día el sargento comenzó el culto al gauchito en el mismo escenario del horrendo crimen.
El resto es historia, pero lo cierto es que en ese lugar todos los años miles de fieles le rinden culto el 8 de enero. Se estima que para el próximo año cerca de cien miles creyentes visiten el templo profano de Antonio Gil. En los últimos años la convocatoria fue de los diez mil adherentes hasta los más de cincuenta mil de este año.
El santuario El santuario, ubicado en el cruce de rutas 123 y 119, se distingue a lo lejos. Decenas de tacuaras con trapos rojos alternan el monótono paisaje del desolado lugar y conviven con buscas que pugnan por sobrevivir de la manera más sencilla y difícil, cuidando autos o vendiendo el librito del Gauchito Gil a la entrada del santuario.
Unos veinte pequeños comercios dan cuenta de la devoción y hacen su verano económico vendiendo todo tipo de merchandising alegórico. No sólo del gaucho sino de otros santos profanos. La impresionante esfinge de San la Muerte, un esqueleto vestido de negro con una hoz tenebrosa sostenida en la mano derecha, y hasta la Virgen de Itatí se puede conseguir en el lugar.
En ese mismo lugar el pueblo también rinde culto a San la Muerte, que es otro de los "santos populares". Allí se puede encontrar desde una corbata que el ex presidente Carlos Menem usó a mediados de los 90, y que en un viaje a Corrientes dejó como ofrenda, hasta la bata de campeón del máximo boxeador que tuvo la Argentina, Carlos Monzón. No sólo eso; miles de patentes, vestidos de novia, fotos familiares y cartas con pedidos personales dan cuenta de la devoción que despierta el ídolo popular que -dicho sea de paso- ya trascendió las fronteras correntinas y se instaló definitivamente en el alma del pueblo argentino. enviar nota por e-mail | | |