| domingo, 19 de octubre de 2003 | Editorial Lula y Kirchner Luego de que comentarios periodísticos advirtieran recientemente que las relaciones entre ambos presidentes no pasaban por un buen momento, la visita de Lula al país demostró que nada de aquello que se dijo fue más allá, y que si algo existió, no pasó de una molestia pasajera. Las relaciones personales y políticas Kirchner y Lula pasan por su mejor momento, especialmente desde que el brasileño tomó la iniciativa y, en Nueva York, fue al hotel donde se hospedaba Kirchner para saludarlo y poner en claro la situación aludida.
Ese gesto político de Lula, pequeño de estatura pero de alta escuela en materia de relaciones internacionales, fue suficiente para despejar el horizonte y permitir que ambos mandatarios transiten por el camino que han planificado. El viernes, en El Calafate y tras firmar en la Capital Federal el llamado Consenso de Buenos Aires, volvieron a tomar la iniciativa que el ministro argentino de Educación, Daniel Filmus, planteara ante la Unesco en París: pagar la deuda externa con inversiones en educación, ciencia y tecnología. La definición, tal vez más romántica que economicista, tiene un alto significado político porque envía una clara señal al mundo financiero, sobre todo a aquellos que quieren cobrarle a la Argentina sus títulos en default.
Brasil y la Argentina están dando los primeros pasos de un nueva etapa política en el hemisferio que seguramente será seguida por otros países de la región. Si bien Lula admitió que aún no cumplió ni el uno por ciento de lo que prometió en su campaña electoral, y Kirchner tiene todavía la mayor parte del camino por recorrer, nuevos vientos de sentido común y razonabilidad a la hora de enfrentar los grandes problemas están soplando por el sur del continente americano.
Lula y Kirchner tienen todas las posibilidades para operar un cambio en las políticas neoliberales que se han venido implementando con escaso éxito durante las últimas décadas. Brasil y la Argentina son los principales socios del Mercosur y las economías más importantes de la región. Ambos países tienen la oportunidad histórica de revertir el abyecto fenómeno de la miseria y atraso en vastas áreas de los dos países. Con políticas económicas más distributivas, la corrupción controlada y la sensatez de sus dirigentes, esta parte del mundo todavía tiene muchas sorpresas para mostrar. enviar nota por e-mail | | |