| domingo, 19 de octubre de 2003 | La metamorfosis del peronismo Mauricio Maronna / La Capital Para el PJ siempre es hoy. Si durante los 90 se borró del disco rígido aquella estrofa de la marchita que apostrofaba la necesidad de combatir al capital, y se consideraba una herejía cualquier esbozo de acercamiento a alguna organización de sino "progresista", hoy el inminente fichaje de Néstor Kirchner con la Internacional Socialista (IS) no desvela a ningún referente. Algunos teóricos deberían revisar sus ensayos: no hay un peronismo, ni dos ni tres: existen tantos peronismos como la necesidad de la coyuntura lo requiera.
Lejos de que la realidad les ofrezca la razón a quienes auguraban una gobernabilidad traumática durante los primeros meses de gestión, el presidente construye ladrillo sobre ladrillo desde el piso del 22,24% de legitimidad que obtuvo el 27 de abril.
Las vigorosas señales del gobierno para instalar en la agenda mediática la necesidad de acabar con "el perverso modelo menemista" costaron menos que el derrumbe de la Mole Moli: Julio Nazareno no duró ni un round.
La trituradora oficialista descabezó cúpulas militares y policiales, metió mano en el Pami, demolió a Eduardo Moliné O'Connor en la Corte (y va por más) e, incluso, logró que Eduardo Zaffaroni logre superar los vallados que, más allá de las estériles reacciones opositoras, le impuso su estilo provocador y el polémico asesor Jacobo Grossman, condenado por secuestros extorsivos durante los 70.
Los entretelones de la negociación en la noche del jueves para aprobar el pliego del jurista (pese a sus transgresiones, mucho más probo que Nazareno) es una radiografía perfecta del estado de las cosas. Si los senadores radicales hubiesen tenido la misma conducta disciplinada que mostraron para votar contra la suspensión de Moliné, Kirchner hubiese sufrido su primera derrota política. Esta vez, seis legisladores radicales votaron a favor del candidato oficial.
La mano invisible de Eduardo Duhalde movió las piezas para que los justicialistas díscolos al final se transformaran en corderillos transitando el rebaño del buen pastor. "Muchachos, votémosle al presidente lo que quiere. Ya mostraron las garras, pero ahora aflojen. Hay que convencerlo de que la transversalidad no le sirve para nada. El PJ es el que le dará el respaldo necesario", fueron los mensajes que llegaron a oídos de al menos dos representantes peronistas de la Cámara alta.
La voz del ex presidente también fue escuchada en la UCR, un partido que se debate entre la supervivencia con respirador artificial y la extinción de las grandes ligas. En las penumbras del recinto quedaron flotando las palabras de Raúl Baglini, un notable hacedor de teoremas y parábolas. "En vez de traje a rayas, el presidente le está poniendo toga a los evasores", bramó el mendocino, tras recordar las omisiones de Zaffaroni en sus declaraciones juradas por una cuenta en el exterior de 10 mil dólares y la falta de aportes previsionales.
Kirchner parece haber realizado un mapeo acertado de la situación política coyuntural de América latina. Su pulimentado pragmatismo a la hora de reconocer la hegemonía global de Estados Unidos tuvo su correlato con las ondas de amor y paz que le retribuyó George W. Bush. Para Washington, Argentina, Brasil y Chile son países, hoy por hoy, de altísima prioridad. Se sabía desde hace meses que Bolivia iba camino al desmadre; que, mientras esté Hugo Chávez, Venezuela será una hipótesis de riesgo permanente y que el futuro de Ecuador, y otros países menores, es un enorme signo de interrogación.
"Las visitas de Fidel Castro y de Chávez, las declaraciones del presidente en la Asamblea de la ONU reivindicando a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, los desplantes a empresarios europeos y los cruces con el FMI no constituyeron ningún dolor de cabeza para Bush. Acá lo verdaderamente trascendente fue el ingreso de Kirchner al Salón Oval. De ahí, nadie sale siendo el mismo", razonó en voz alta ante La Capital un conocedor de la realpolitik.
La impecable tarea del canciller Rafael Bielsa y la solvencia del ministro de Economía, Roberto Lavagna, provocaron que el desquiciado rostro de la Argentina haya mutado hasta adquirir, al menos, un perfil algo más presentable. "Lo del Rafa (por Bielsa) está bárbaro, pero tiene algunos cortocircuitos con el presidente. El está azorado porque las decisiones de peso siempre tienen que ser filtradas en la mesa chica de Carlos Zanini, Julio De Vido y Cristina (por la primera dama). No se banca que Kirchner lo rete como a un nene descarriado... Ya le tiró la renuncia al menos una vez", reveló a este diario un habitante de la Cancillería pidiendo reserva de la fuente.
Seguramente esta semana explotará en algunos medios la gravísima denuncia de la revista Noticias que, en su último número, publica una nota de tapa ("El apriete") relatando con pelos y señales supuestas gestiones del gobierno "para levantar informaciones de los medios, premios para los diarios obsecuentes y castigos para los críticos". Un hecho (adelantado hace días por Elisa Carrió) tan preocupante como los episodios que se narran en el artículo, y por los que el Ejecutivo debería dar explicaciones.
"El éxito de la tarea de gobierno exige la aceptación de ficciones. Para gobernar hay que hacer creer... Hacer creer que el presidente no puede equivocarse, o que la voz del pueblo es la voz de Dios. Hacer creer que el pueblo tiene una voz o hacer creer que los representantes del pueblo son el pueblo", escribió Nicolás Shumway en el libro "La invención de la Argentina", recordando un texto de Edmund S. Morgan. Kirchner parece haber reparado en ese párrafo: "Voy a hacer lo que los argentinos quieren que haga", dijo la semana pesada.
Mientras el sureño navega entre la aceptación de las ficciones imprescindibles y un pulimentado pragmatismo (dogmas peronistas por excelencia), la madura transición política en Santa Fe se vio sobresaltada (además de las execrables intimidaciones al militante de Hijos Eduardo Tonioli y a la abogada Matilde Bruera) por la confirmación de una noticia que La Capital publicó el sábado 11 de octubre: el mensaje del gobernador Carlos Reutemann a la Legislatura (una vez que se repuso de la sorpresa) proponiendo a Horacio Usandizaga como integrante del Enress.
El nuevo capítulo del pacto entre el Vasco y el Lole, esta vez, fue escrito en el agua. Como una reedición del síndrome de Estarosta, aquel caballero de la antigua Polonia investido de un feudo cedido por el rey a título vitalicio. enviar nota por e-mail | | |