| domingo, 19 de octubre de 2003 | Instinto maternal: Entre lo social y lo biológico Marcela Nieczaj y Patricia Sangenito (*) Durante los últimos siglos el papel atribuido a la mujer deriva de una concepción patriarcal de las funciones femeninas (trabajos domésticos, atención al esposo, cuidado de los hijos, etcétera).
En referencia a nuestras propias leyendas, para los antiguos incas, Mama Ocllo, es la madre tierra, dueña de los rebaños y las mieses; Pachacamac, el espíritu esencial que había dado alma al universo y Pachamama una deidad asociada con la tierra y la fertilidad. El culto a la fertilidad aparece en diferentes culturas y las distintas manifestaciones a través de sus rituales, refuerzan y mantienen la importancia atribuida a la misma.
Estos registros históricos y culturales revelan los mecanismos con que operaban las sociedades de orden patriarcal, la obediencia al padre y el castigo a la desobediencia de sus mandatos. En esta cosmovisión la mujer y los valores propios de su género fueron degradados. En nuestra sociedad, más allá de nacionalidad y clase social, las relaciones madre hijo o padre hijo se hallan impregnadas en mayor o menor medida de las prerrogativas patriarcales.
Aunque esta forma de relación se encuentra en crisis por el cuestionamiento de algunos grupos, el orden patriarcal sigue operando como sistema autoritario que impone ante todo obediencia.
Las diferencias que comúnmente se expresan en relación al hombre y la mujer son una extensión de las características biológicas naturales al ámbito social, es decir una naturalización de lo que en realidad es del orden histórico social. La menor debilidad física natural se hace extensiva a la debilidad moral y además intelectual, ya que otro de los supuestos es que la capacidad de abstracción le pertenece al hombre en contraposición a la sensibilidad y afectividad que es "puramente femenina". En este sentido se le atribuye a la mujer la capacidad de desarrollar el deseo de un hijo, supuestamente debido a que el ser femenino trae consigo "naturalmente" el llamado "instinto maternal".
A partir del nacimiento de un niño y aún antes, el vínculo que se establece con la madre supera el orden de lo biológico, ya que sin protección, cuidado, asistencia y amor el niño no puede sobrevivir. Según el diccionario etimológico, la palabra amor deriva del griego: a: sin y mor: muerte, de lo cual se desprende que el amor implica vida, provoca vida, es vida.
En este mismo acto existe otro orden, el de lo psíquico, ya que podemos reconocer la falta del deseo y del amor maternal debido a predisposiciones psicológicas individuales y a la historia particular y social. Como sostiene Eva Giberti: "... el amor materno es una forma de amor cuya creación es posible en las mujeres adultas, en determinados momentos de sus vidas. Es un producto que resulta de su historia personal, de la época en la cual vive, de su situación económica, de su medio sociocultural y de su posibilidad de haberse vinculado con su deseo de hijo. En nuestros días se han modificado muchas cosas, pero hemos heredado otras sin darnos cuenta..."
Muchos mitos y supuestos se discuten y se debaten por lo que se están logrando cambios y rupturas respecto a valores que nos transmitieron nuestros antepasados. Estas modificaciones afectan no sólo la esfera socio cultural e individual familiar sino que se apoyan cada vez más en legislaciones. En nuestro país, a partir de 1986, la patria potestad que anteriormente era exclusividad del padre, comienza a ser compartida con la madre. Se inicia la legislación sobre la violencia familiar especialmente de la mujer y los niños; se discute sobre los derechos, el aborto, la anticoncepción, etcétera.
Es importante este espacio que la mujer viene conquistando porque la sitúa en un plano de igualdad de derechos y obligaciones en lo jurídico político, igualdad de responsabilidades y atribuciones en lo social familiar, posibilitando un desarrollo pleno en la esfera individual.
Ya es tiempo de separar reproducción de maternidad, dado que si bien es cierto que la madurez fisiológica es necesaria, no resulta suficiente, puesto que es igualmente importante una "concepción psíquica". Ser mujer no es equivalente a ser madre, así como tampoco la reproducción garantiza ser una madre maternante y amorosa.
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