| domingo, 19 de octubre de 2003 | Feliz día mamá. Un retrato irónico de las distintas figuras maternas Madres judías, italianas y primerizas: ¿Quién dijo que madre hay una sola? Hay textos que echan por tierra el mito. Para regalar ¿Sabe usted cuál es la diferencia entre una madre italiana y una judía? La madre italiana le dice a su hijo: "Si no comés, te mato". En cambio la judía le advierte: "Si no me comés, me muero". El chiste, contado por un hijo judío es una buena carta de presentación del libro "Idishe Mamma Mía", de Marcio Pitliuk. Uno de los tantos ejemplos de la literatura que echan una mirada irónica sobre las madres y su amplia tipología. Hoy en el Día de la Madre, La Capital propone hojear algunos textos que se ríen de esta figura, los sugiere como regalos y se anima a abrir el interrogante: madre, ¿hay una sola?.
* "Idishe Mamma Mía" (editorial Eiffel, $12): El libro ya lleva algunos años de editado, pero no por eso pierde vigencia. Se presenta como una guía completa para que las madres sepan si son o no castradoras. "En tesis todas las madres lo son. Las italianas y las judías, más que otras. La lectura de este libro puede ayudarlo a sobrevivir a su supermadre. A convivir mejor con ella. A sufrir un poco menos. Entenderla, jamás", adelanta el autor, quien a lo largo de las páginas marca claras diferencias entre la madre judía y la italiana al vestirse, al elegir la profesión de sus hijos y también sus mujeres, amigos y regalos. ¿Un ejemplo? La Idishe Mame le regala a su hijo una corbata azul y una amarilla. El se pone la amarilla, ella lo mira y le dice: "¿No te gustó la azul?". La madre italiana le obsequia dos camisas. El hijo se pone una y ella le comenta: "La otra te quedaría mejor".
* "De mujeres, varones y otros percances", de Cristina Wargon (Galerna, $14,50): En marzo del 2001 salió una nueva edición de este libro que se divide en tres partes: mujeres, varones y percances. Entre estos últimos, Wargon describe las "vilezas maternas para que un hijo obedezca" donde echa por tierra el candor de las progenitoras argentinas. "Que las madres solemos ser bicharracos repugnantes sólo pueden negarlo Gardel y sus huestes de incurable romanticismo", dice, y describe cada uno de los artilugios usados por una mujer para que los niños levanten la mesa. Desde el tradicional "vos que la querés tanto a mamita, ¿vas a levantar la mesa?", hasta la amenaza de negarles dinero para salir. Y la conclusión es desesperante: "Una al fin del día hace un balance de las energías que perdió mandando-rogando-suplicando y lo que le cuesta en verdad hacer las cosas, pero al final con toda humildad termina recogiendo zapatillas, calzones, semillitas de naranja y otros detritus".
* "¡S.O.S. Madre Primeriza", de Patricia Saccomano (Sudamericana, $20): La autora asegura que este texto es para cualquier persona que no duerme más de tres horas seguidas, no logra vestirse con decencia y sufre ataques de pánico con sólo pensar en volver a "hacer aquello" (tener un hijo). A lo largo de doce capítulos Saccomano pinta de cuerpo entero a las nóveles madres. "La llegada al hogar", allí es cuando el bebé llora, y ella también, porque no sabe la causa de los berrinches del púber. En "Las visitas" enumera quiénes son los infaltables al evento: padres, suegra, cuñada con los tres niñitos y los amigos que se quedan a comer. En el capítulo "El destete", la primeriza se mira el pecho y se interroga "¿Cómo levantamos ésto?" y en el penúltimo, titulado "¿Me habré quedado sin neuronas?", se da cuenta de que ya no habla más que de su niñito.
* "Una Eva sin Adanes", de Cristina Wargon (Ediciones de la Urraca, $12): Esta vez Wargon recorre el universo de las mujeres de medio siglo, de sus ataques de consumo, de sus tretas para sobrevivir a los domingos de fútbol, de sus intentos por adelgazar, hacer vida sana, cultivar plantas y mantenerse bellas o aprender computación. Y, por supuesto, la maternidad no está ausente, principalmente al momento de pensar en la oportunidad de trascender (espacio principalmente destinado a los hombres). "Todo parecía indicar, entonces, que moriría sin alcanzar a poner el dedo gordo en la posteridad. Peor aún, en una noche de insomnio hasta llegué a imaginar mi epitafio: "Aquí yace una esposa y madre. Hizo algo más, pero no me acuerdo qué era".
* "Suegras, nueras y cuñadas", de Hilda Levy (Sudamericana, $ 17,50): Levy señala que no es fácil adaptarse a una nueva pareja y menos a la familia política (una unión que no es histórica, ni sanguínea, ni siquiera elegida; es impuesta). Y a tres integrantes femeninos de esta familia se refiere. Los celos, la rivalidad, la envidia, los complejos y las culpas, todo se compendia en el libro, que en el caso de la madre del otro, "la suegra, que siempre tiene mala prensa" describe: "Está la pendegra, la suegra agarrada como un abrojo a la juventud; la suogra, la detestable; la suegrata, la agradable, y la suegrano, la molesta".
* "Acaloradas. No sólo de pasión arden las mujeres" de Cristina Wargon y Esther Feldman (Planeta, $ 20): El prólogo de este libro comienza con muchos "¡Ay!" repartidos entre los "¡Ay! de ese momento de la vida donde, de pronto, todo el mundo nos comienza a tratar de usted", los de "esos atrasos acompañados por un ruego desesperado ("si estoy embarazada me muero, pero si es la menopausia me suicido") y los "¡Ay! de nuestras madres que comienzan a transformarse en nuestras hijas" y "de nuestras hijas que pretenden transformarse en nuestras madres". Pero para callar las quejas nada mejor que conocer la suerte de las heroínas de Acaloradas: Susana, una mujer abandonada a los 50; Cecilia, la única hija de 23 de un matrimonio de 50; Norma, la exasperada versión judía de mamá Ingalls, y Mirta, una digna alumna de Madonna que pisando los 40 sólo piensa en operarse toda y encontrar al hombre de su vida. enviar nota por e-mail | | Fotos | | |