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 domingo, 19 de octubre de 2003

Entrevistas
Lecturas: Sobre la parca
Entrevistas. "Diálogos sobre la vida y la muerte". Liliana Heker. Editorial Aguilar, Buenos Aires, 2003, 307 páginas

Leonel Giacometto

Hacia 1980, el tema de la muerte rondaba en la cabeza de Liliana Heker con la forma de un libro de entrevistas. Y no es casual. Si bien el libro nunca llegó a la luz pública por razones, digamos, editoriales, en el prólogo de "Diálogos sobre la vida y la muerte" -escrito por ella misma- dice (o se dice): "Debo decir que, para mí, retomar este proyecto comenzado hace más de dos décadas -y más aún: recuperar a aquella que lo había iniciado- constituyó una experiencia sorprendente. Ante todo, debí preguntarme qué me había llevado, en un tiempo de muerte como fue el de la dictadura militar, a encarar este tema. Una frase, en el prólogo original, me propuso la clave. Entonces había escrito: «Nadie que yo conozco ha regresado de la muerte; y tampoco hay especialistas en muerte. O sí; pero dudo que aceptaran participar en este libro». No es casual que, en 1980, haya necesitado subrayar -poner bien en relieve- la expresión «especialistas en muerte». No solo la vida nos estaban quitando esos «especialistas»: también nos quitaban la muerte, la transformaban en algo sucio, innombrable, algo que ocurría en la oscuridad del algún no-sitio. O peor: ni siquiera ocurría. No había muertos, aun cuando todos sabíamos, o sentíamos, que la muerte nos rodeaba por los cuatro costados. Era necesario entonces sacarla de manos de esos especialistas de la muerte, recuperarla como cuestión existencial, filosófica y biológica que nos concierne; discutir otra vez el sentido que tiene morir por razones ideológicas, hablar otra vez de trascendencia y de angustia y del sueño de inmortalidad y de una muerte digna. Al menos en un terreno que esos asesinos nunca podrían escamotearnos, en el terreno intelectual, debíamos restituir para nosotros la vida y la muerte".

"Diálogos sobre la vida y la muerte" se ocupa de la muerte. Es un conjunto de entrevistas a creadores y a profesionales del campo de la ciencia que han reflexionado o que trabajan en los límites de la vida. No se trata de un libro de autoayuda, ni de "temibles" preconceptos "happy end" tan de moda con la new age. Es una indagación sobre el significado, el sentido (si es que lo hubiera) de la muerte como palabra, como acción, como fenómeno biológico y psíquico, y de las innumerables formas que, a lo largo de la historia, el hombre ha concebido, ha creado para defenderse o luchar contra la muerte (acelerar la muerte, retardarla, obviarla infantilmente, o aceptarla). Es, a fin de cuentas, un libro sobre la certeza de la mortalidad y la convivencia con ese casi intolerable saber.

Borges querría morir súbitamente y hubiese querido vivir en la época de Troya; Ana María Shua, querría dormirse plena de felicidad y no despertarse; para Eduardo Pavlovsky la muerte es una "cosa" muy complicada; la doctora María Lucila Pelento explica el por qué del duelo nunca concluido de los desaparecidos; para el doctor Marcelino Cereijido la muerte es un fenómeno biológico del que nadie se ocupa; los doctores Terencio Gioia y Alfredo Gazzano discuten el "querer matarse" y el "querer morirse"; y Abelardo Castillo, de ninguna manera, quiere saber que se va a morir algún día.

Liliana Heker, además de una excelente narradora, deviene como una interesante entrevistadora: todos sus entrevistados expresan claramente sus ideas y ella sólo aporta su opinión, cuando es necesario, para introducir nuevos temas o confrontar opiniones.

Algunas entrevistas fueron realizadas en 1980 y otras en el transcurso de este año. Fueron grabadas y ella misma declara: "Me importó, en cada caso, que, en la medida de lo posible, quedara registrada cada voz. Tratándose de un tema como el que los convocaba, era previsible que cada uno de los actores se involucrara -no solo con sus ideas, sino también, en cierto sentido, con su cuerpo- de una manera singular. Es así como no solo las palabras, sino también la sintaxis y el tono resultaban elocuente".

Y es sumamente interesante leer las entrevistas con el tono que eligió Liliana Heker al desgrabar y transcribir las entrevistas. Los entrevistados, pareciera, fluyen, en el devenir de sus palabras al referirse a la muerte, a un tema mucho más tabú de lo que pensamos. Tabú ya que, como dice el doctor Marcelino Cerejido en su entrevista, "el ser humano basa su estrategia en el conocimiento, la ignorancia le resulta pavorosa". Y sobre la muerte, somos todos ignorantes. La muerte, entonces, pone un último límite a la capacidad de saber, de conocer ya que nadie regresó a explicarnos qué sucede después (si es que sucede algo).

Algunos libros "sobre la muerte y después" exponen relatos trillados de gente que, por unos minutos, escucharon ruidos de (al parecer) campanas o arpas para luego introducirse a un pasillo muy, muy luminoso donde alguien (o algo) les hacía cordiales, amables y tiernas señales de ¿bienvenida?

La literatura fantástica tiene mejores exponentes sobre la necesidad de inmortalidad y la culpa que acarrea sentirse muerto en vida (o viceversa). En cambio, en lo cotidiano de nuestras vidas mortales, la disminución de oxígeno en el cerebro, se sabe con certeza, produce delirios; y si alguien con hambre o sed, ve comida o agua, tranquilamente, en alguien en trance de morir, verá las gratas imágenes que desde niño se le confió al momento final.

En "Diálogos sobre la vida y la muerte" no se encontrarán respuestas o pruebas fehacientes sobre los "túneles del final" o si, después de muertos, recuperaremos el pelo o nos encontraremos con nuestro primer amor. Aquí el tema es la muerte y su vinculación con la vida, y de cómo la segunda (la vida) supone la primera (la muerte); de cómo la vida, camuflada en el hacer de cada día, pareciera dejarnos hieráticos ante el solo hecho de pensar la (nuestra) muerte, y a partir de allí no poder movernos.

Liliana Heker, en un tono casi coloquial, se pregunta al inicio del libro: "¿Puede alguien apurarse para alcanzar el colectivo en el instante en que acaba de descubrir que es mortal? Y ahí se plantea una cuestión ética: si pensar en la muerte era de verdad paralizante, si impedía vivir, ¿tenía algún sentido hacer un libro cuya intención más nítida sería la de mover a reflexionar acerca de la muerte?".

No importará, entonces, posicionarse o buscar alguna referencia para saber que hay "más allá", sino, simplemente, al leer las entrevistas, uno descubrirá, uno se descubrirá preguntándose casi con miedo sobre el "más acá"; sobre el ahora, sobre los acontecimientos cotidianos y tal vez mínimos de la vida de cada uno, y no sobre un tema que comienza y termina, exclusivamente, con nosotros, con uno mismo. Parafraseando a Ray Bradbury, la muerte es un asunto solitario y, más bien, personal. Como la vida. El error, quizás, es hacer un fin del mero estar, del mero durar.

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