| domingo, 19 de octubre de 2003 | Una tradición literaria refutada Gustavo Bernstein En "Oficio de lector" Santiago Sylvester interpela las nociones de tradición e identidad en una serie de ensayos que recorren desde la cosmovisión fundacional de la antigüedad griega y latina y los clásicos europeos hasta las vanguardias rioplatenses y el microcosmos literario del noroeste argentino.
"El eje del libro -publicado por la editorial cordobesa Alción-, desde Homero, Virgilio o Cervantes a las coplas del Valle de Lerma, pasa sin duda por el intento de indagar en esa cosa inasible que es la identidad; no a la manera de un tratado axiomático sino desde el concepto de «tradición» en tanto legado que cada tanto debe ser revisado y refutado", manifestó Sylvester. "De lo contrario -advirtió- acaba en una forma inerte, una pieza de museo, un souvenir regional o una caricatura ¿no?."
Sobre las vanguardias europeas del siglo XX el autor apunta que "fue un período tan ávido de gestos fundacionales, que Octavio Paz dijo que en ese lapso la tradición consistió en ruptura". También plantea una analogía entre Ulises y el Quijote como protagonistas de dos "libros de viaje" -uno busca retornar a su patria, el otro desanda su propio terruño- y como espejos inversos, contrastan lo épico y lo irónico, la vigilia y el sueño y, sobre todo, la voluntad de verdad o de ilusión.
En lo que hace a las relaciones filiales, Eneas y Kafka conforman otro binomio: Eneas huye de una Troya devastada cargando a su padre en hombros y Kafka en su "Carta al padre" acomete una suerte de parricidio literario.
Las duplas prosiguen, entre otras, con el antagonismo entre Shakespeare y Calderón sobre la intervención divina en los destinos humanos o con los consejos contrapuestos de Baudelaire y Rilke a los jóvenes escritores.
Por supuesto, Sylvester entra en territorio argentino a través de otra dualidad emblemática: Leopoldo Lugones y Macedonio Fernández. "Si bien ambos nacieron en el mismo año (1874), Lugones estuvo inserto dentro del modernismo y cierra de manera literaria el siglo XIX, mientras que Macedonio, con esa búsqueda de una escritura fragmentaria, abre el siglo XX; lo cual demuestra que el siglo literario no coincide necesariamente con el cronológico".
Borges irrumpe en el libro como "el citador por antonomasia de la literatura argentina" y a su vez "hay una tendencia a atribuirle cualquier cosa como una forma de prestigiar lo dicho, pero hay que reconocer que fue el inventor de la cita falsa".
El libro cierra con un capítulo dedicado a la identidad cultural del noroeste a partir de dos movimientos literarios regionales surgidos a mitad del siglo XX: "La Carpa" y "Tarja".
"Bajo la influencia de las vanguardias europeas (llegadas con cierto retraso al norte) generan un manifiesto que habla de rescatar el paisaje y estar atento al hombre de la tierra, aunque mencionan la necesidad de eludir cierto nativismo exótico que los relegaba a una especie de artesanía local", explicó Sylvester. enviar nota por e-mail | | |