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 sábado, 18 de octubre de 2003

Por la ciudad
El parte médico de la facultad

Adrian Gerber / La Capital

Al conflicto desatado en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario, que derivó en la toma del edificio por un grupo de estudiantes, se lo puede mirar desde dos ángulos: desde el reclamo en sí o desde la metodología de protesta empleada. Pero en ninguna de estas dos perspectivas la razón parece estar del lado de los alumnos que mantienen ocupada la facultad desde hace ya 16 días. Esto no exime a las autoridades de Medicina de los errores políticos que cometieron al pretender imponer un cambio en la currícula sin agotar el carril del diálogo, el debate y el consenso.

* Todo se desató dos semanas atrás cuando el consejo directivo de la facultad aprobó por 12 votos a 8 que la práctica médica final sea obligatoria (en el nuevo plan de estudio, que comenzó a implementarse en el 2002 con los entonces alumnos de primer año, ya está establecido así).

Es de sentido común que en cualquier carrera universitaria, y más aún en las de ciencias médicas, se debe brindar una excelente capacitación que incluya inexorablemente prácticas intensivas, porque con los conocimientos teóricos no alcanza. ¿O hay alguien dispuesto a atenderse con un médico que no haya tenido algún tipo de experiencia?

Uno hubiera esperado que el propio centro de estudiantes de Medicina tome como reivindicación propia la práctica médica final, pero lamentablemente no fue así. Muchas agrupaciones estudiantiles siguen subestimando la importancia que tiene el nivel académico en la universidad. Así, se opusieron inmediatamente a la resolución argumentando que de esta manera se alargaba un año la carrera (de 6 a 7).

Pero con la extensión del conflicto este pedido inicial se fue desdibujando, y se lo reemplazó con la exigencia de que se aseguren las plazas suficientes en hospitales, centros de salud y ambulancias para que todos los alumnos puedan realizar las prácticas.

Las autoridades de Medicina firmaron el martes pasado un convenio con el Ministerio de Salud provincial que responde a este reclamo. Pero, así y todo, la toma continuó, ya que los estudiantes argumentaron que no tenían garantías de que eso se llegue a cumplir. Ayer, incluso, fracasó el intento de mediación de la FUR (Federación Universitaria de Rosario), avalada por el Rectorado, que auspiciaba un acuerdo donde la práctica se mantenía como obligatoria (aunque esta palabra estaba cambiada por "de carácter curricular"), pero en casos excepcionales se la podía reemplazada por un seminario teórico de 150 horas.

Hasta aquí el detalle de la cuestión de fondo.

* Pero si hay algo que llama la atención es la metodología elegida por el centro de estudiantes de Medicina para presionar a las autoridades. Es que la toma intempestiva de la facultad, una acción extrema cuando no se habían agotado otras instancias institucionales previstas para pedir la revocatoria de la medida, está poniendo en tela de juicio la manera de gobernar de la universidad.

Las facultades son autónomas y tienen sus propios mecanismos de gobierno que se expresan en los consejos directivos, donde están representados los docentes, no docentes, graduados y los propios estudiantes. Tal es así que incluso dos de estos últimos votaron a favor de la práctica médica obligatoria.

Por eso, se puede estar en desacuerdo con una decisión del consejo directivo, se puede pedir a ese mismo órgano o al consejo superior de la UNR la reconsideración de una resolución, se pueden hacer una y mil marchas para expresarse en contra, pero siempre se deben respetar las reglas de funcionamiento de una universidad que es pública, democrática y participativa. Paralizar la facultad por dos semanas, impidiendo el dictado de clases y exámenes, en una disputa al todo o nada no le hace ningún favor a la UNR que realiza un esfuerzo extraordinario para brindar educación gratuita con un presupuesto paupérrimo.

Las diferencias se dirimen en los órganos de gobierno de cada facultad, y si no hay consenso para eso están las urnas cuando hay elecciones de consejeros directivos.

Ayer, las posiciones se endurecieron aún más y el conflicto parecía haber entrado en un callejón sin salida. No obstante, se deberá encontrar la solución dentro del ámbito de la propia facultad.

Ahora que Medicina vive un momento difícil, es bueno recordar que esta facultad es desde su creación, en 1920, una de las instituciones educativas de mayor prestigio de la ciudad. Tal es así, que está entre las once carreras de Medicina del país (sobre un total de 23) que aprobó en el 2001 el examen de calidad de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria, un organismo del Ministerio de Educación de la Nación. Un prestigio que todos los integrantes de la comunidad universitaria son responsables de cuidar.

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