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 viernes, 17 de octubre de 2003

Editorial
Los 25 años de Juan Pablo II

Al cumplirse el vigésimo quinto aniversario del pontificado de Juan Pablo II y revisarse todo lo acontecido durante ese período en el escenario mundial, tanto en el plano político como en lo económico y social, no se puede menos que mostrar admiración hacia su figura, su protagonismo, su compromiso con todos los temas y todos los sectores y, por sobre todo, su profunda espiritualidad y humanismo.

Si bien otros tres pontífices presidieron la Iglesia Católica por períodos similares, hay que reconocer que la velocidad y la cantidad de los acontecimientos ocurridos en los últimos 25 años no dieron respiro a Juan Pablo II y, sin embargo, enfrentó cada día de su apostolado con la misma entereza, convicción, amplitud de visión y tolerancia.

Bregó por el desarme nuclear durante los años de la guerra fría, cuando una probable conflagración amenazaba con hacer desaparecer pueblos enteros; su respaldo al Sindicato Solidaridad en Polonia fue sustancial para mantener vivo el movimiento ante los intentos del régimen comunista de erradicarlo. Y el triunfo de Solidaridad fue luego el inicio de la caída del bloque de países comunistas.

Nunca cedió en la defensa de los derechos humanos y la libertad religiosa. Precisamente, en marzo del año 2000 visitó Tierra Santa y rezó ante el Muro de los Lamentos, pidiendo perdón por los pecados de los hijos de la Iglesia contra los judíos a lo largo de la historia. También luchó incansablemente por los oprimidos, los postergados, y en procura de un nuevo orden económico donde el hombre esté en el centro y se garanticen todos los derechos de los trabajadores. Fue la voz de los pobres.

En la última década, puso especial atención en la lucha por la paz entre los pueblos y sus enviados fueron activos mediadores, de lo cual los argentinos tuvimos el beneficio, y más se pudo comprobar este año en su intento por evitar la guerra contra Irak.

Pero además, Juan Pablo se caracterizó por su espíritu viajero: dio sesenta veces la vuelta al mundo, predicó ante 250 millones de personas y habló con 570 jefes de gobierno y Estado. Una hazaña que L'Osservatore, diario del Vaticano, saludó con el título "Gigante de la historia".

Este verdadero elegido, que supo ser actor, escritor y poeta, ayer, pese a su frágil estado de salud, logró ofrecer la misa ante unos 100 mil fieles en la plaza de San Pedro. Y sonriente, pidió a todos que defiendan la paz y la justicia. Sin dudas, los calificativos sobre su obra pastoral siempre parecerán escasos.

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