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 viernes, 17 de octubre de 2003

Despenalizar el aborto

Ana María Zeno (*)

Ante un tema tan polémico como el aborto, considero que debo definirme -puede resultar difícil, pues cuando está en juego la vida, no siempre se logra separar las razones de las emociones-. Toda vida: la humana, la de un mosquito, la de una ballena, comienza desde el momento de la fecundación, o sea desde que se unen el óvulo y el espermatozoide ya está todo predeterminado y de allí en adelante el nuevo ser crece y punto; si es ovíparo en un huevo, si es mamífero en una matriz, y así toda vida es ecológicamente sagrada por lo que en sí representa; por eso estoy por la cultura de la vida y no por la cultura de la muerte; por eso estoy contra el aborto y a favor de prevenirlo; por eso estoy por la prevención a través de la educación sexual, la salud reproductiva, la planificación familiar, los métodos anticonceptivos; por eso estoy a favor de todos los métodos anticonceptivos (sean lo que usa la pareja, el hombre, la mujer) porque ninguno es abortivo y porque brindan muchos más beneficios que riesgos. Si a pesar de todo se provoca el aborto, estoy porque se despenalice a la mujer.

Es necesario saber que ninguna mujer es pro-abortista -ninguna va alegremente a que le realicen un aborto ni comenta "yo me hice tres abortos, ¿y vos?"-, para ninguna es como sacarse una muela como se suele argumentar. Siempre es un drama que a veces comparte con su pareja, con su familia, y a veces está sola; además, el submundo de los abortos en las mujeres pobres es tenebroso y sumamente riesgoso. Es necesario saber que en relación al aborto hay mucha hipocresía, mucha doble moral, mucho de "haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago".

El aborto provocado es una realidad. En Rosario hay 1.500 abortos complicados por año, lo que nos lleva a calcular unos 15.000. En todo el país se calculan unos 500.000 al año. Entre el 35% y el 45% de las muertes maternas son por complicaciones de estos abortos. Un 30% de las internadas en Salud Pública son por patologías producidas por abortos provocados. O sea estos abortos tienen gran morbi-mortalidad.

¿Cómo se está luchando contra el aborto?

La ley castigando el aborto; es ilegal y hay que denunciar a quien lo realizó, y a la madre (al margen: ¿y el padre, dónde está?). Pero frente al drama de un aborto, rara vez el médico lo denuncia -está frente a una mujer, que salvo excepciones, es una excluida social inmersa en la subcultura de la pobreza, sin voz, y si la tiene, sin oído que la escuche-. Lo que debe hacer el médico es salvarle la vida. Con este tipo de prevenciones, la ley no ha logrado disminuir el número de abortos.

La religión castigando también

-excomulgando- y proponiendo una serie de normas morales, ideales pero muchas veces irreales; cada vez más difíciles de cumplir en una sociedad tan cambiante: abstinencia sexual prematrimonial; monogamia. En métodos anticonceptivos basados en la fertilidad periódica de la mujer: tienen un 20% de fracasos, porque no todas las mujeres, ni en todos los períodos, son regulares; educación sexual exclusivamente impartida por la familia. Con este tipo de prevención, la religión tampoco ha logrado impedir el número de abortos ni el inicio de las relaciones genitales ni las madres solteras cada vez más frecuentes y cada vez a menor edad, ni las otras conductas de riesgo, etcétera.

La ciencia médica -si la ley y la religión lograran, entre otros objetivos, disminuir el número de abortos provocados-, tendría menos trabajo en relación a esto.

Mientras tanto... sabemos que la única causa, sí, la única causa de un aborto, es un embarazo no deseado -por lo tanto, corresponde impedirlo-. ¿Qué ofrece la medicina?: prevención.

Entonces hay que tener en cuenta: a) información sexual (que a veces logra ser educación sexual) para que cada quien y en todas las edades, sepa la importancia y la responsabilidad que implica el ejercicio de la sexualidad genital, en relación a la otra persona, y a una posible tercera por venir. Si se tiene ese derecho, se debe tener el deber de ser responsable. Sí, la procreación debe ser responsable; b) información sobre los distintos métodos anticonceptivos, para que el aborto no lo sea; c) debe brindarse en forma gratuita a la población pobre que lo solicite el método que haya elegido, a través de los programas de planificación familiar, salud reproductiva y demás.

Para finalizar me referiré esquemáticamente a la diferencia entre legalizar y despenalizar el aborto. Hay mucha confusión al respecto, aunque en la misma palabra está la definición -además sabemos que la ley es lenta, que va a la zaga de los cambios sociales-. Legalizar es incluir dentro de la ley lo que hasta entonces es considerado un delito (salvo pocas excepciones). Despenalizar es sacarlo del Código Penal que lo define como delito y que como tal debe denunciarse. Por esto debemos luchar: quitar la pena legal que pesa sobre la mujer. Ya es enorme la pena que le queda por haber abortado.

(*) Médica ginecóloga y sexóloga

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