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 jueves, 16 de octubre de 2003

Golpe comando en una planta de Villa Gobernador Gálvez
Cinco hampones copan una fábrica y se llevan una caja fuerte con $112 mil
También robaron dos CPU, una notebook, un horno a microondas. Huyeron en el auto de un empleado

"Me la llevo así como está". El delincuente encapuchado y armado con una pistola automática llegó a esa conclusión cuando se encontró con la caja fuerte de casi un metro y medio de altura y unos 300 kilos de peso. No había forma de abrirla y el tiempo apremiaba. Entonces, hubo que arrastrarla unos metros y hasta bajarla a los tumbos por una escalera. De esa forma, y durante un atraco que duró tres cuartos de hora, una banda de hampones se apoderó de la caja con 55 mil pesos en efectivo y 57 mil en cheques, además de dos CPU, una computadora portátil y un horno a microondas. Todo el botín fue cargado en un utilitario en el cual el mismo grupo había llegado, pero también se llevaron el auto de uno de los empleados. El vehículo fue abandonado horas después en cercanías de un supermercado.

Fue un golpe sincronizado entre cinco hombres, fuertemente armados, que se comunicaban con el exterior por medio de handys y utilizaban un vehículo propio para desplazarse. Fueron profesionales, deducen los pesquisas, porque no necesitaron golpear a nadie ni hacer demasiada ostentación de poder. "Si no hacen algo fuera de lugar, no les va a pasar nada", dijeron a modo de advertencia a los 13 empleados que fueron sorprendidos.

Eran las 7 de la mañana y Juan José Rodríguez Costello, de 33 años, llegaba a su trabajo como administrativo en la fábrica de vidrios Flexiglass, ubicada a pocos metros del cruce de Artigas y la ruta provincial 21, en la zona sur de Villa G. Gálvez. El empleado hizo lo de siempre. Ingresó por la puerta de la administración y desconectó la alarma, sin saber lo que ya estaba ocurriendo dentro del inmenso galpón.

Después, cuando se dirigía al sector de fábrica al cual ya habían ingresado los operarios del turno noche, y donde el debía fichar la entrada, se encontró con una desagradable sorpresa. Un hombre lo esperaba, empuñando un arma de fuego. A sus pies, tirados cuerpo a tierra, estaban varios de sus compañeros. "Tirate al piso y no mirés", le ordenó y Juan José acató sin chistar. "Alcancé a ver que tenía la cara descubierta, pero nada más. Fueron dos segundos porque me hizo acostar", recordó ante La Capital.


Alarma desactivada
Atrás de Juan José ingresaron otros tres compañeros más que corrieron la misma suerte. Los delincuentes habían aprovechado un descuido de los operadores del turno noche para meterse por una pequeña puerta lateral. Los trabajadores ya estaban en sus puestos y, por lo tanto, habían desactivado la alarma. Por eso no tuvieron problemas para controlar la situación.

"Después nos juntaron a todos dentro de una sala y preguntaron quién tenían las llaves de la caja fuerte. Dijeron que sabían perfectamente que había dinero en la caja y que se lo llevarían", sostuvo Rodríguez Costello. Los hampones en principio eran tres y a esa altura ya tenían las caras tapadas con pasamontañas. Tampoco tardaron en detectar a Juan José como el encargado de la administración. Por eso se hicieron conducir hasta la planta alta de la fábrica, donde estaba la caja fuerte.

Pero antes, le pidieron al empleado que abriera el enorme portón que da sobre calle Artigas. Entonces, mientras se corría la puerta, uno de los asaltantes se comunicó hacia afuera de la planta por medio de un handy. Tras ello ingresó al predio una Fiat Fiorino roja con dos hombres en su interior. Posteriormente, Juan José fue llevado hacia la parte superior de la fábrica. Según el muchacho, nunca lo maltrataron y recibió un trato si se quiere cortés.

"Me pidieron las llaves, pero no las tenía. También querían saber si había alarmas, si las había desconectado. Cuando fuimos arriba volvieron a preguntar por la alarma y les contesté que ya la había desactivado", sostuvo Juan José. Frente a la imposibilidad de abrir la caja fuerte, los maleantes optaron por llevársela como estaba. Pero como era tan pesada, los hampones requirieron la ayuda de otros cinco empleados de la fábrica. De esa forma la arrastraron hasta una escalera.

Fuentes policiales consultadas por este diario indicaron que en el interior de la caja había 55 mil pesos en efectivo y alrededor de 57 mil más en cheques. Juan José dice que no alcanzó a ver la secuencia, pero los golpes en la pared fueron contundentes. El pesado armatoste fue bajado a los tumbos y terminó cachando la pared y hasta una heladera que estaba en la planta baja. Luego cargaron el pesado objeto en la Fiorino. Lo mismo hicieron con los ordenadores informáticos de dos computadoras, una notebook y un horno a microondas. "Ahora dame las llaves del Palio", ordenó el que parecía llevar la voz de mando a Juan José. El empleado se quedó con la boca abierta porque los delincuentes conocían cuál era su coche.

Todo terminó con los 13 empleados de Flexiglass encerrados en un cuarto y con la banda huyendo repartida entre la camioneta Fiorino y el Palio de Juan José. Cerca del mediodía, la policía encontró el coche particular abandonado cerca de una sucursal del supermercado La Gallega, a unas pocas cuadras de la fábrica asaltada.

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A Juan José lo redujeron y le robaron el auto.

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