Negativa al estatuto de sumisión

Según nos enseña el diccionario, fobia significa: aversión apasionada hacia algo, temor angustioso y obsesionante. En las crónicas referidas a quienes se manifiestan en diversas ciudades del mundo, contra la expoliación a nivel internacional por parte de las grandes corporaciones transnacionales, los organismos multilaterales de crédito, etcétera, se tilda de globalifóbicas a las multitudes que de modo diverso expresan su oposición a la exclusión social y la miseria creciente que engendra el capitalismo. Ese calificativo, lanzado sin más, no hace sino reafirmar cómo el establishment opera, en múltiples niveles. Tener fobia a la explotación implacable, al empobrecimiento masivo, a la aniquilación de las esperanzas colectivas, es no sólo un síntoma de salud que los pueblos del orbe están manifestando, sino el comienzo de un proceso de toma de conciencia para no permitir la continuidad del exterminio. La imagen en Génova de las fuerzas policiales reprimiendo la protesta, el asesinato del joven anarquista Carlo Giuliani, es una más de las evidencias que ponen al desnudo a un sistema de injusticias instalado a partir de la Revolución Industrial. La pretensión imperial de imponer el Alca (Area de Libre Comercio de las Américas) y la mansa aceptación por parte de los gobiernos de nuestro continente será un eslabón más de la cadena de oprobios por venir. La puesta en marcha del Alca, significará la agudización de la dependencia económica, política y cultural, la militarización y empobrecimiento de nuestras comunidades. Sólo el accionar conjunto y coordinado desde la sociedad civil puede detener la legalización del despojo.

Carlos Solero, miembro de

la Apdh-Rosario