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 miércoles, 15 de octubre de 2003

Reclamo orientado a desentrañar las motivaciones de los crímenes de los Adorna
Piden saber si hubo uso y suministro de drogas en el entorno de Tulio
El juez de Menores solicitó a la Justicia federal que, a partir de los dichos del chico, establezca si hay otro delito

Hernán Lascano-Jorge Salum / La Capital

La investigación del doble crimen en el chalé de la familia Adorna generó el pedido de una segunda causa relacionada con estupefacientes. La Justicia federal recibió ayer un requerimiento del juez de Menores Juan Leandro Artigas para que determine si Tulio, el chico de 17 años que está acusado de disparar contra cuatro miembros de su familia, confesó una conducta delictiva vinculada con uso y suministro de drogas en su entorno.

Según el escrito recibido ayer en la Mesa de Entradas de los Tribunales federales, en su declaración del viernes pasado Tulio afirmó que había consumido y que también había provisto marihuana a una chica que, el día anterior a los crímenes, estuvo con él en la casa abandonada de Dorrego y Elorza en Funes, la misma donde fue encontrado y detenido.

A pedido de la fiscal Alicia Donni, el juez Artigas le planteó a sus colegas de la Justicia federal que esa afirmación equivalía a la confesión de un otro delito, el suministro de estupefacientes, que no tiene que ver con lo que él está investigando. Y que es de competencia federal determinar si tal cosa otorga motivos para un nuevo proceso. El suministro de estupefacientes es un delito que prevé penas no excarcelables.

Lo que para el juez Artigas habilita la investigación de delitos vinculados a drogas quedó asentado en tres puntos del escrito recibido ayer en los Tribunales de Oroño al 900: pruebas mencionadas en las actas policiales del caso, el planteo de la propia defensa que admitió la realización de la rinoscopia de Tulio y, básicamente, un significativo fragmento de la declaración que el menor prestó hace cinco días.

El juez Artigas, según confirmaron fuentes de la Justicia Federal, giró las copias del expediente completo que incluye el acta con la declaración del chico. Allí Tulio cuenta algo que involucra a una joven amiga y que comporta, según las fuentes, un presunto delito que no tiene vinculación con los homicidios. Ese ilícito -que el testimonio del chico puntualiza en tiempo, lugar y modo- sería perseguible penalmente. La fiscal Donni lo advirtió y reclamó que se transfieran copias de la causa al federal. Lo que hizo el juez fue, en el decreto de dos hojas que llegó al tribunal federal Nº 3, precisar en qué tramos se pueden encontrar los delitos presuntos. Artigas se declara incompetente para investigarlos.

Hay dos cuestiones que, de acuerdo a una conjetura elemental, puede buscar el juez de Menores con este movimiento. La primera: si la Justicia federal entiende que hay confesión de delito y abre un causa, la chica mencionada por Tulio deberá ser llamada a declarar porque quedaría vinculada a ese delito presunto, ya que el chico la imputó con sus dichos. Si la joven, eventualmente, aceptara que Tulio dijo la verdad se incriminaría. Si lo niega, pondría en tela de juicio la verdad de los dichos del chico, en particular los que apuntalan la hipótesis de que estaba bajo efecto de drogas cuando abrió fuego contra su padre Alberto Adorna y su hermano Germán.


El desahogo económico
La segunda cuestión que entraña la conjetura, la del uso de drogas, no está señalada en el escrito pero conduce a otro elemento medular de la pesquisa: desentrañar aspectos del entramado doméstico de la familia donde se produjo la explosión del pasado sábado 4. Una familia que manifiesta desde sus posesiones -un yate de 38 pies de eslora, un automóvil Porsche, un inmueble de alto valor económico- un nivel de vida incongruente con los ingresos del dueño de una sucursal de loterías. Se trata de averiguar, puede arriesgarse, si algo de este universo material está engarzado con las motivaciones que tuvo Tulio al empuñar la pistola Bersa 22 aquella noche.

La posibilidad eventual de que dos magistrados tengan que dirimir el destino de Tulio, según lo señalado por un especialista en Derecho Penal consultado por este diario, supone un horizonte más complicado para su futuro. Si el juzgado federal abriera una causa se daría una situación singular, por ejemplo, al conocerse el dictamen clínico de la rinoscopia y los análisis de sangre y orina practicados al chico: u Si los resultados dan positivo, implicando consumo de estupefacientes, tendría complicaciones en el federal que lo investigaría por drogas.

u Si los resultados dan negativo, la idea de que Tulio no tuvo conciencia del acto criminal porque estaba obnubilado por drogas perdería sustento en el tribunal provincial que investiga los homicidios.

"No me acuerdo de nada lo que pasó en ese momento", dijo Tulio el viernes pasado al referirse a su conducta el día de los crímenes. "Me enteré que me acusaban al leer el diario al día siguiente en Jefatura", agregó, lo que implica que no admitió conciencia de sus actos en ese momento.

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El pedido llegó a los Tribunales federales.

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