| miércoles, 15 de octubre de 2003 | Charlas en el Café del Bajo -Antes de referirme al tema de hoy, no puedo dejar de mencionar que ayer, alrededor de las once, se produjo un corte de energía en la zona de Entre Ríos entre Tucumán y Catamarca. Mi solidaridad con los médicos, personal y pacientes del Instituto Gamma que debieron soportar este perjuicio. Muchos pacientes, algunos del interior, debieron interrumpir sus estudios de alta complejidad debido al corte. Eran las 13.30 y seguían sin energía. Me pregunto, una vez más, si la EPE va a indemnizar de alguna manera tanto perjuicio que están soportando los usuarios.
-¡Pero Candi! Si las autoridades ya se van.
-No sé si se van, Inocencio. Escuché a un amigo de Santa Fe que decía que "cierto sector" le está reclamando a Obeid el manejo político del Ministerio de Obras Públicas y la Lotería. La historia vuelve a repetirse. ¡Qué vergüenza! Bueno, voy al tema de hoy: "El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata. No deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral". Esto es lo que dice el artículo nueve de la Declaración de los Derechos del Niño, aprobada por las Naciones Unidas en el mes de noviembre del año 1959. El artículo inmediatamente anterior dice textualmente: "El niño debe, en todas las circunstancias, figurar entre los primeros que reciban protección y socorro". Claro, seguramente esto se cumplirá en los países serios, en los que se respetan y defienden no sólo los derechos de los seres humanos (sin farsas y sin tener en cuenta la cara del cliente) sino los valores morales, éticos y aquellos principios básicos necesarios para una existencia elementalmente digna. Aquí en este país, y en particular en la ciudad de Rosario a la Declaración de los Derechos del Niño le decimos: "Si te he leído alguna vez, no me acuerdo".
-Bueno, parece que viene espesa la sopa hoy. ¿Qué vio, que hoy vino derecho a los derechos del niño?
-Lo que ve usted todos los días, lo que ven los amigos todos los días, lo que ven las autoridades todos los días sin que hagan absolutamente nada para concluir con actitudes que son violatorias, clara y alevosamente violatorias de los derechos de la criaturas. Me refiero no ya sólo a los chicos de tres, cuatro o diez años que son obligados a mendigar por sus progenitores. No, algo mucho más grave: me refiero a los bebés que son utilizados por los mismos menores para mendigar, seguramente por orden de los padres y para conmover la sensibilidad de la gente. Bebés de días o de meses son literalmente explotados, juntos con sus hermanitos mayores, en las esquinas de los semáforos, en las calles del centro, en los bares y en cuanto paseo público exista en la ciudad. ¿Usted escuchó a alguna organización defensora de los derechos humanos que se preocupara por el tema?
-No.
-¿Vio a la Policía de Menores actuar en operativos de prevención y auxilio permanentes para terminar con esta explotación?
-No. ¿Existe la Policía de Menores?
-¿Advirtió que alguna organización gubernamental encarara un plan serio, coherente para mitigar esta problemática?
-No.
-Estos chicos, estas criaturas están expuestas a accidentes, enfermedades (porque en más de una ocasión he observado a bebés soportando lluvias y frío intenso) y todo tipo de males. A pocos les importa. Creo que alguna vez un cura o un pastor, no recuerdo bien, propuso hacer operativos para erradicar la mendicidad infantil y como los hacía la policía parece que no fue del agrado de algunos sectores que, desde luego, después no hicieron nada para solucionar el tema.
-¿No se olvidó de alguien responsable de la minoridad al enumerar a los responsables del tema?
-¿Se refiere a los tres jueces de Menores de Rosario, Cartelle, Artigas y Zaldarriaga? No, no me olvidé de su responsabilidad. Usted sabe que no soy de los que callan una crítica, pero se debe conocer y reconocer algo: estos tres juzgados están desbordados, no dan más. ¿Qué más puede pedirse a estos magistrados? Es aberrante, insólito y lamentable que en una ciudad de la magnitud de Rosario apenas existan tres juzgados de Menores. Y es imperdonable que el gobierno no mejore la situación en este fuero.
Candi II
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