| miércoles, 15 de octubre de 2003 | Y nos tocaron el bolsillo Cuando escucho a aquellos que dicen "salieron porque les tocaron el bolsillo" siento que no entendieron nada de lo que pasó. Tampoco entienden todavía lo que les está pasando. No se dieron cuenta de que un ahorro es un respaldo para el futuro (y que si está guardado en un banco es la materia prima que se presta para el desarrollo del país presente) y un aporte jubilatorio es la seguridad de su vejez. Y ambos derechos se volvieron bonos al infinito donde no vamos a estar. Muchos dicen, "tanto lío, si a mis viejos ya se lo robaron tres veces. Si lo hacen cada 10 años". Eso es lo que sucedió. Y ese es el peligro, por nuestra pasividad. La lucha por lo que es suyo es un deber del individuo para consigo mismo pero la defensa del derecho es un deber para con la comunidad. Algunos lo hicieron por su dinero pero muchos lo hicimos por el derecho. Debemos pensar que el derecho no es una simple idea, es una fuerza viva. Por eso la Justicia sustenta en una de sus dos manos la balanza con la que pesa el derecho y en la otra asegura una espada por medio de la cual la defiende. La espada sin la balanza es una fuerza bruta, la balanza sin la espada, la impotencia del derecho. Una completa a la otra. Un verdadero estado de derecho sólo puede existir cuando la Justicia sabe blandir la espada con la misma habilidad con la que manipula la balanza. El derecho es un trabajo sin tregua, fue un trabajo que delegamos en el poder político y en esta época hasta diría que casi es de incumbencia exclusiva de toda la ciudadanía. Sabemos que si a millares de individuos les decimos que el derecho es una lucha no nos comprenden pues sólo ven en él un estado de paz y de orden. Y tienen razón desde el ángulo de su experiencia personal de la misma forma que la tiene un rico heredero que después de recoger sin esfuerzo el fruto de los trabajos ajenos puede pensar que el dinero se hace sin esfuerzo (no vivieron la otra experiencia). Por lo tanto para unos el derecho es gozo y paz, para otros es trabajo y lucha. En la comprensión de esos diferentes puntos de vista vamos a poder construir un país para todos. Si no tenemos alteridad para ver por qué el otro realiza una lucha, por qué el otro se siente vulnerado y violado en su intimidad al sentir que le sacaron a diario su derecho a la vida, al estudio, al ahorro, al trabajo, a elegir otros candidatos que no sean puestos a dedo y se repitan los mismos una y mil veces, a la previsión social, a la dignidad de ser argentinos, nos sucederán siempre las mismas cosas. Nosotros tuvimos una involución en el derecho. La dejamos en manos de manipuladores de la ley. De la misma manera que involucionamos en educación nos pasó con la justicia. Permitimos que los mismos que aprobaban una ley fueran tan descarados de desaprobarla con las mismas argumentaciones sofistas. Permitimos que el Poder Ejecutivo tuviera poderes plenipotenciarios para dictar decretos (que nos quitaban derechos) sin ofrecer resistencia. Permitimos que la Corte Suprema estuviera a los pies y no a la cabeza de los otros dos poderes. No ofrecimos luchas ni resistencias cuando vimos la decadencia moral (otra involución). Ahora nos toca luchar contra intereses enquistados como miles de tentáculos en el fondo del mar. Mucha será la fuerza de la resistencia para restablecer el derecho, la moral, la honra, la educación y los valores perdidos. Pero cualquier lucha o esfuerzo que se apoya en la verdad es una fuerza silenciosa que abre su camino despacio y con seguridad.
Stella Maris Coniglio enviar nota por e-mail | | |