| miércoles, 15 de octubre de 2003 | El arma homicida No sé a qué fuentes han consultado, o quién los está asesorando en lo que concierne al arma homicida del caso Adorna (Bersa calibre 22 LR), pero en varias ediciones anteriores he venido detectando una serie de errores que no hacen más que confundir a los lectores. Primero se dijo que faltaban balas, pues dicha pistola no funciona sin el cargador de 10 cartuchos completo. Eso no es verdad, una pistola semiautomática dispara al tener una bala en la recámara, incluso sin el cargador colocado. Por lo tanto, pudo tener una, cinco o diez que igual hubiera funcionado. Luego se dice que es muy pesada y de gran retroceso. Nada más alejado de la realidad. Si bien el silenciador agrega algún peso extra y dificulta apuntar a grandes distancias (para las cuales este tipo de armas no han sido diseñadas), son pistolas livianas y de nulo retroceso. El silenciador contribuye incluso a reducir al mínimo este efecto de reacción y, a la vez, al funcionar reteniendo gases y humos al final del cañón, disminuye la distancia en la cual se produce el ahumamiento de las heridas, también mencionado en la nota. A una distancia de unos 5 metros, es relativamente sencillo hacer blanco en un objetivo del tamaño de una cabeza humana, no se necesita ser un experto. Por último se sostiene que no es un arma de manipulación sencilla. Quisiera aclararles que si
-como puede suponerse por estar en una mesa de luz- se hallaba lista para su uso, con un cartucho "cortado" en recámara y sin seguro, lo único que se necesita para disparar es apretar el gatillo. Más sencillo, imposible. Les ruego, en beneficio de todos, que consulten a alguien idóneo en estos temas, pues no es la primera crónica policial que leo con estos tipos de errores. Si lo desean, estoy a su disposición.
Ingeniero Diego F. Motta
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