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 lunes, 13 de octubre de 2003

Editorial
La toma de Medicina

En el marco del libre juego democrático que por fortuna impera en todos los ámbitos del país, las decisiones emanadas de cuerpos directivos de cualquier institución deben ser acatadas aunque no sean del gusto absoluto de sus miembros. La introducción vale para recordar cómo se originó el conflicto en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario que, estudiantinas mediante, ha causado la semana anterior un sinnúmero de inconvenientes para profesores, alumnos y trabajadores de esa alta casa de estudios.

El 2 de octubre pasado el consejo directivo de la facultad dispuso la obligatoriedad de la práctica final para obtener el título de médico, una medida acertada que no sólo favorece a los futuros profesionales sino a la población que algún día requerirá de sus servicios profesionales. El consejo de Medicina, como el de todas las facultades de Rosario, está integrado también por estudiantes, que tienen voz y voto en las decisiones.

Un grupo de alumnos, molestos por la implementación de la práctica obligatoria, que se venía cumpliendo en forma electiva, decidió tomar el edificio, impedir el dictado de clases y abrir una polémica que a todas luces aparece como anacrónica. No toleraron ni respetaron una decisión democrática emanada de un cuerpo colegiado que representa a todos los estamentos de la facultad. La ocupación de un edificio público, más aún una facultad, es un hecho de mucha gravedad.

Mientras los estudiantes ocupan, desocupan y vuelven a tomar a su antojo un edificio que pertenece a todos los rosarinos, la población no sale de su estupor por la precariedad del reclamo estudiantil. Suponer que la práctica es un filtro para que los alumnos se queden en el camino o pedir garantías para que haya plazas para llevar adelante el practicanato no termina de entenderse muy bien.

Los alumnos de medicina son privilegiados, como todos los de la Universidad. En un país con la mitad de su población pobre y con decenas de miles de indigentes, acceder a educación terciaria de primer nivel es ser afortunado en la vida. Por eso, los muchachos que el martes volverán, según anunciaron, a tomar la facultad, deberían hacer una análisis reflexivo de sus acciones y admitir la pluralidad de ideas emanadas de un cuerpo directivo donde también están representados y sus opiniones son escuchadas y valoradas.

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