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 jueves, 25 de septiembre de 2003

"El control de las empleadas es una maniobra perversa"
Lo afirmó la abogada de las tres chicas sanlorencinas que fueron despedidas por negarse a desnudarse

Silvia Carafa / La Capital

La manera de realizar el control de las empleadas es una maniobra perversa", dijo Susana Treviño, abogada de las tres trabajadoras que fueron obligadas a desnudarse para controlar eventuales robos en la empresa Sin Competencia de San Lorenzo. Agobiadas por la humillación, las mujeres decidieron denunciar lo que ya era una rutina y que venían soportando por temor a perder el trabajo. El miércoles pasado se negaron a que la requisa llegara hasta la ropa interior, el jueves recibieron el telegrama de despido y fueron reemplazadas en forma inmediata.

La letrada dijo que se trata de una violación a los derechos humanos elementales y que sería Edgardo Alberric quien las obligaba a quitarse las ropas. En la requisa también participaba la novia del mencionado, que no cumple ninguna función en el comercio. El control se hacía en un probador y no incluía a los dos empleados varones. Las trabajadoras soportaban la humillación porque necesitaban los diez pesos que ganaban, muy lejos de lo que la ley prevé para el trabajo de doce horas diarias.

Gisella Cenchetti, Mariela Villarreal y Belquis Chaparro se quedaron sin trabajo cuando decidieron terminar con la afrenta de probar su lealtad exhibiendo su cuerpo. Ahora que el caso tomó estado público, denunciaron amenazas telefónicas y autos que desaparecen después de dejarles un mensaje: "Si siguen con esto, les va a ir peor", comentó la abogada, quien apuntó que existen casos de denuncias de acoso sexual.

"Estas compañeras estuvieron bajo una presión psicológica muy grande, porque padecieron momentos que no cualquiera puede sobrellevar y tuvieron la valentía de denunciarlos", insistió Treviño.

La abogada remarcó que bajo ningún concepto se debe desnudar a una persona, ni aún bajo presunción de que exista algún delito, ya que si esto existiera deben seguirse las vías legales. "Ninguna persona puede degradar a otra, como un objeto, y obligarla a desnudarse, haciéndola sentir inferior", acotó.

"Nos decían que teníamos que bajarnos la ropa porque era una orden de ellos", dijeron Gisela, Mariela y Belquis para ilustrar lo arbitrario de la situación que durante el tiempo que trabajaron en el comercio las colmaba de impotencia. El control corría por cuenta de alguna supervisora o de las cajeras, que a su turno también debían pasar por el calvario de bajarse los pantalones y levantarse la blusa para testimoniar que no se llevaban nada.

"Nos sentimos abusadas, mal, sin saber qué hacer, porque nos amenazaban con despedirnos", relataron y afirmaron que se trataba de una práctica común que solía ocurrir sin más criterio que la arbitraria decisión de los dueños. Ahora que decidieron denunciar los hechos, las tres mujeres están recibiendo el testimonio de situaciones similares de otras ex empleadas.

Pero el haber sido avasallada en su intimidad no fue la única penuria. "El trato era malo, todo el tiempo bajo presión, te hacían trabajar desde la limpieza del local hasta las ventas", relataron.

Las ex empleadas confirmaron que el comercio tiene instalado un ya común sistema de alarmas en la salida del local para evitar que la gente se lleve artículos escondidos y que esa medida podría haber funcionado como alternativa para evitar desnudarlas. "Hasta el día de hoy no sabemos porqué nos pasó, lo único que sabemos es que nos dio bronca y que ésta es la única forma de defendernos", enfatizaron. "No aguantamos más, era muy humillante", explicaron.

También relataron que al conocer la insólita situación sus familiares las alentaron para que dejaran ese trabajo, pero que seguieron porque necesitaban los diez pesos diarios que les pagaban.

Entre las circunstancias que aumentaban las rígidas condiciones laborales se anota un hecho singular: "Los empleados debíamos pagar el dispenser de agua que utilizábamos", relató Erberto Silvia, delegado de los empleados de comercio, y anunció un riguroso operativo para poner fin a las prácticas abusivas del trabajo en negro.

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Las empleadas explicarlos los pormenores del caso.

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