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 jueves, 25 de septiembre de 2003

Lionel Messi, la apuesta de Barcelona

Fernando Gabrich / La Capital

Lionel está preocupado por el comienzo de clases. "Mucho no me gusta ir a la escuela pero debo hacer el sacrificio", dice. Lionel tiene 16 años y está feliz porque acaba de debutar en juveniles A donde metió un gol y fue la figura del partido. "Pensé que iba a ser suplente porque fue la primera convocatoria pero jugué de entrada y por suerte las cosas me salieron bien", sostiene.

Lionel hace tres años que está en Barcelona y ya muchos hablan de él. "La verdad es que me sorprende un poco todo esto de las entrevistas pero yo sólo pienso en jugar", agrega. Lo comparan con Maradona. Pero se apellida Messi y es de Rosario. Hay quienes sólo van al campo deportivo de Barcelona para verlo jugar.

Hincha de Newell's, zurdo, gambeteador, admirador de Pablo Aimar y con mucho olfato de gol, Lionel llegó a Barcelona cuando tenía 13 años. Su padre decidió emigrar por cuestiones económicas y se trajo consigo a su hijo. Barcelona ya le había puesto la mirada y hacia allá fue.

Fueron 15 días de entrenamiento. Apenas medía un 1,40 cuando y en la última práctica de fútbol saltó al terreno de juego. Carles Rexach, emblemático jugador catalán, estaba presente. Lionel lo maravilló. Literalmente hizo magia con la pelota. "Nunca vi a un chaval con tales condiciones", dijo Rexach.

"Las cosas estaban mal en el país y como tengo parientes en Lérida los llamé por teléfono y me vine porque me conseguían trabajo. Barcelona estaba haciendo pruebas de jugadores y a Leo ya lo conocían. Entonces lo traje", resume Jorge, el padre.

Lionel nació en la zona sur y luego de jugar al baby en Grandoli pasó a Newell's. Allí ya empezó a destacarse por su habilidad y su poder de gol. Pero no todo fue alegría. "Tenía 11 años y estaba jugando en décima cuando se le descubrió un problema de crecimiento. Lo hicimos tratar y el resultado fue que estaba bajo de hormonas y había que hacer un tratamiento importante durante dos o tres años. El costo era de 1.800 dólares por mes. Al principio pude bancarlo pero después se complicó. Un día me llamaron de River porque se lo querían llevar, entonces en Newell's me dijeron que se harían cargo del 50 por ciento de los gastos médicos. Después vine a España y Barcelona que se hizo cargo de todo", afirma Jorge.

Desde que llegó a Barcelona, Leo creció 30 centímetros (pasó de 1,40 a 1,70) y su problema hormonal quedó solucionado. Su fútbol también se agigantó. En cadetes B marcó 37 goles en 30 partidos y lo subieron a juveniles A, con jugadores dos años mayores que él. Es la gran sensación de las inferiores.

Tres años pasaron de su llegada. Lionel recuerda que no fue fácil dejar Rosario. "Extrañaba y lloraba de vez en cuando, pero aquí hice muy buenos amigos y al estar con mi familia todo se hizo más fácil", afirma. Si de aclimatación se trata, Leo tuvo siempre una buena respuesta por parte de los argentinos que militaron y militan en Barça. "Con Riquelme fuimos una vez a comer, Saviola me regaló una camiseta cuando me fracturé el pómulo y Bonano también me dio su apoyo", sostiene agradecido.

Los entrenadores no paran de elogiarlo. Las ofertas le llegan desde distintos equipos de Europa (Arsenal se lo quiso llevar junto a Cesc). La gente ya concurre a ver sus partidos. Los diarios publican su foto y hablan del nuevo Maradona. El dice que "Diego es único y el más grande de todos". Y por lo pronto sueña con "debutar en la primera de Barcelona, integrar la selección argentina y algún día jugar en Newell's".

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