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 jueves, 18 de septiembre de 2003

Lo procesaron por homicidio con exceso en la legítima defensa y quedó libre
Avalan la versión de un comerciante que mató a un menor tras un asalto
La familia dice que fue fusilado por la espalda y que no tuvo relación con el robo. El juez rechazó esa hipótesis

María Laura Cicerchia / La Capital

El almacenero que abatió de un disparo en la nuca a un muchacho de 17 años frente a su local de Fisherton fue procesado por homicidio con exceso en la legítima defensa y recuperó la libertad tras pasar más de 40 días detenido. Según la resolución, el comerciante Enrique Julián Martínez respondió a un intento de robo a mano armada y gatilló al ser atacado a tiros por los ladrones, pero se excedió en su conducta al vaciar el cargador cuando los atacantes escapaban. La medida no implica el cierre del proceso.

El procesamiento fue dictado por el juez de Instrucción Osvaldo Barbero, quien investigó el homicidio de Sebastián Nicolás Gilio, de 17 años, ocurrido el pasado 4 de agosto frente al local de Los Gallegos 580 (San Lorenzo 9300) que atendía Martínez. Ese día, según el fallo judicial, Gilio y otro muchacho que nunca fue identificado intentaron asaltar a dos repartidores de lácteos que habían estacionado su camioneta frente al negocio.

Al parecer los dos estaban armados. Desde el interior del local Martínez observó cuando apuntaban al estómago del distribuidor, por lo que decidió enfrentarlos con su Bersa calibre 22 largo. Hubo tiros de ambos lados y el enfrentamiento culminó con la muerte de Gilio, que cayó herido en la nuca a 50 metros del lugar.

Para Barbero, Martínez "repelió una agresión ilegítima contra sí mismo y contra terceros con un medio proporcional al empleado por los agresores". Pero el juez consideró que su actuación no estuvo plenamente justificada: que haya vaciado el cargador cuando los maleantes "ya habían emprendido la retirada" fue considerado un "exceso" en su acción defensiva.

Esto significa que la acción penal no se interrumpe, como ocurre en los casos de legítima defensa, sino que se iniciará un juicio en un juzgado Correccional que podría culminar con una condena de entre 6 meses y 5 años de prisión. El juez excarceló a Martínez tras dictar su prisión preventiva y trabarle un embargo por 4.200 pesos.


Barrio dividido
Desde el comienzo, el episodio separó las aguas en el barrio, cercano al Mercado de Concentración de Fisherton, entre quienes avalan la versión del tiroteo esgrimida por el almacenero y quienes sostienen que el muchacho fue fusilado desarmado y cuando ni siquiera había ido a robar.

Las dudas se acrecentaron por la escasez de pruebas materiales que dieran cuenta de un enfrentamiento: al muchacho no le secuestraron un revólver, recibió el disparo por la espalda y no fue hallada ninguna marca de impacto en el lugar del comerciante. Por estas circunstancias, según una fuente judicial, el almacenero estuvo al borde de ser procesado por homicidio simple, aunque luego surgió el "verosímil" testimonio de una vecina que dijo haber visto el cruce de proyectiles.

Los familiares de Gilio, tercero de los ocho hijos que Norma Ruiz Díaz sostenía con un plan Jefas y Jefes de Hogar, organizaron marchas en las que proclamaron la inocencia del muchacho y aseguraron que el pibe sólo pasaba en bicicleta por el lugar.

Pero esa versión, según fuentes judiciales, no consta en el expediente. Por lo tanto, los elementos que evaluó el juez fueron los testimonios del comerciante, de los repartidores y de la vecina, que refirió haber sufrido amenazas de parte de los familiares de Gilio. Los distribuidores, Ramón Antonio López, de 49 años, y su hija Teresa, de 25, sostuvieron que Martínez tiró para defenderse de los ladrones.

Martínez, por su parte, reconoció que al advertir el asalto tomó el arma que escondía entre unos paquetes de harina y salió por una puerta lateral. Entonces, dijo, efectuó el primer disparo un muchacho que venía caminando sobre la vereda de su casa en dirección al sur. El "cañonazo" provino de unos quince metros, según el comerciante, y fue respondido con una seguidilla de 9 balazos que él tiró "al bulto" desde atrás de su auto. La balacera cesó cuando el repartidor le informó que en la esquina había caído uno de los ladrones.

Gilio, herido en la región parietal media posterior a izquierda, murió dos horas más tarde. Martínez, conocido en el barrio como el Gordo Julián, aseguró que a su lado vio un revólver pequeño, de empuñadura marrón, que luego desapareció. También sostuvo que había comprado su arma 20 días antes y que no tenía adiestramiento en tiro, aunque en un ocasión practicó vaciando "dos cargadores en el Tiro Federal". Los vecinos, en cambio, dijeron a este diario que era normal que el comerciante, un hombre allegado a la policía, "dispare tiros al aire o contra los sapos de la zanja los días de lluvia".

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Familiares de Gilio realizaron marchas.

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