 | jueves, 18 de septiembre de 2003 | Elijamos ser felices Los argentinos nos parecemos a los gordos que empiezan la dieta el lunes. Siempre estamos buscando excusas para seguir igual. Nos hacemos nuestras propias trampas. Postergamos las decisiones trascendentes para más adelante. Como si algo mágico nos fuera a suceder. Como si Dios fuera argentino y viniera a salvarnos. Siguiendo con la comparación: como si fuéramos a adelgazar comiendo. Nos ofrecen diferentes dietas y nos anotamos en todas. En el interior sabemos que no estamos dispuestos a seguirlas por mucho tiempo. Supongo que porque en el fondo estamos cómodos así. Tan cómodos como un gordo en el asiento de un avión. ¿Pero qué sucede? El gordo, a pesar de su incomodidad está cómodo, porque para dejar de ser gordo tiene que pasar por un período en que tiene que estar verdaderamente incómodo, porque tiene que poner su voluntad, su persistencia, su constancia, su perseverancia; sin claudicaciones, sin bajar los brazos, dispuesto a llevar las cosas hasta el fin. A luchar por sacar todo aquello que le causa un mal. A veces es más cómodo despotricar, rezongar y echarle la culpa a los otros que empezar a arremangarse y decir: ¿qué es lo que tengo que hacer para que esto cambie? ¿Cómo voy a seguir con esta carga por el resto de mi vida? ¿Tengo miedo a estar bien? En estas elecciones vamos a tener que tomar algunas decisiones que nos lleven al cambio. Ya nuestro corazón soportó demasiado. Ya nuestros hijos se están enfermando de vivir en un país que no les da porvenir. Ya nos pesa que nos manejen la vida. Queremos manejarla. Nuestro voto debe ser responsable y buscando sanamente un cambio. Empecemos haciendo ejercicio de ciudadanos y cambiando las reglas de juego (y los jugadores también). No nos hagamos trampas. En las trampas ganan los tramposos y perdemos todos. ¡Basta! Elijamos ser felices. Tenemos derecho.
Stella Maris Coniglio
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