 | lunes, 15 de septiembre de 2003 | Víctor Heredia dio un show impecable en el Auditorio Fundación Astengo Un compromiso con la canción popular El músico presentó su último disco "Entonces" y recorrió algunos de los clásicos más exitosos de su carrera Pedro Squillaci / La Capital Hay canciones que son inoxidables, que no tienen certificado de defunción, que gozan de una increíble actualidad. Y hay pocos artistas que tienen el privilegio de componerlas. Víctor Heredia es uno de ellos. El músico, que actuó el viernes pasado en el Auditorio Fundación ante 800 personas, demostró que su propuesta está vigente aunque sus temas no sean precisamente los que más suenan en las radios. La presentación de "Entonces" -su último disco de estudio editado hace dos años- fue la excusa ideal para su llegada a esta ciudad como solista, ya que meses atrás lo hizo junto a Mercedes Sosa y León Gieco en "Argentina quiere cantar". Sus temas siguen teniendo los guiños sociales y políticos de su marca registrada pero sin caer en el canto que rozaba el panfleto en la década del 80. Un Heredia parecido al de antes, pero mejor.
La elección del repertorio del recital de Víctor Heredia fue una de las claves para que el show tenga un nivel tan alto. La idea no fue hacer un grandes éxitos sino mezclar temas nuevos con otros clásicos y evitar los previsibles ("Todavía cantamos" y "El viejo Matías", por ejemplo, estaban incluidos en la lista original y a último momento se decidió no interpretarlos).
La otra clave fue el aporte de los músicos. Daniel Homer demostró que no sólo es creativo con la guitarra, sino que tiene swing, buen gusto y sentido del ritmo. Víctor Carrión supo crear excelentes climas con distintos instrumentos de viento, desde el saxo hasta la quena, y siempre sumó. La base rítmica fue sólida, de la mano de un baterista clásico pero efectivo como Gustavo López y un bajista suelto y preciso como Ricardo Zielinski. Babú Cerviño aportó más desde los arreglos y la dirección musical que desde sus teclados, ya que no lució como puede hacerlo.
Heredia eligió abrir con "Entonces", un tema nuevo con un arreglo viejo de guitarra muy copiado a Santana. Tanto que muchos se miraron cuando lo escucharon pensando que se trataba de "Corazón espinado".
Uno de los momentos emotivos del show fue cuando hizo un set dedicado a tres grandes del canto popular latinoamericano. Primero sonó "Manifiesto", de Víctor Jara; "Querido Alfredo", para Zitarrosa, y "El adiós", una perlita del disco "Yo tengo tantos hermanos". Este último tema, una poesía de amor de Atahualpa Yupanqui con música de Heredia, pagó el show.
Heredia planteó una musicalidad muy amplia. Hubo temas poperos ("Niños de plástico"), también aires de música andina ("Ojos de cielo"), flirteó con el jazz ("Dulce Daniela"), la bossa nova ("Novicia"), el vals ("El hambre de la soledad"), y hasta le puso una interesante base eléctrica a una zamba exquisita ("Razón de vivir").
Su voz no es la misma de antes. Soltó la garganta en temas muy puntuales ("Vientos azules" fue uno de los pocos) y no se colgó a tonalidades altísimas (y demasiado efectistas) como hacía años atrás. Pero lo interesante es que su canto sonó más aplomado y maduro sin perder impacto.
Cuando Heredia cantó gemas como "Informe de la situación" o "Aquellos soldaditos de plomo" el teatro se vino abajo. Es que la actualidad y la contundencia de esos textos colocan a este artista en un plano de relevancia dentro de la música popular que a veces algún sector del público olvida. "Sobreviviendo", elegido como último bis de un show impecable, sirvió para avisar que hay Heredia para rato. enviar nota por e-mail | | Fotos |  | Víctor Heredia mostró que sigue vigente. | | |