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 domingo, 14 de septiembre de 2003

EDITORIAL
Rosario y los árboles

Gran parte de la belleza y la hospitalidad de que pueda jactarse cualquier paisaje urbano se relaciona con su capacidad para cobijar a las especies arbóreas. La presencia de los árboles, más allá de las mínimas molestias que pueda traer aparejadas el convivir con ellos, mejora notablemente la calidad de vida de cualquier metrópoli. Sobre todo por su benéfica acción ambiental, ya que funcionan como auténticos pulmones en una atmósfera crecientemente contaminada. Y también por razones de otra índole, vinculadas a la esfera estética: es que sin ellos, fuera de toda duda, las urbes se convertirían en auténticos páramos de cemento.

La relación entre los rosarinos y los árboles no se ha caracterizado, pese a ello, por su armonía. Es que muchos ciudadanos hacen exclusivo hincapié en los perjuicios que crean -veredas levantadas, hojas que ensucian, problemas de alergia- y olvidan que con un mínimo mantenimiento tales problemas desaparecen y permanecen, en contrapartida, todas las ventajas.

El pasado 11 de septiembre no sólo se conmemoró el Día del Maestro, ni se recordaron únicamente los trágicos atentados en Nueva York y la muerte del presidente chileno Salvador Allende en el Palacio de La Moneda: es que en esa fecha, atiborrada de acontecimientos, también se celebró el Día Internacional del Arbol. Atenta a la oportunidad, la Municipalidad de Rosario informó entonces que en lo que va del año ya se plantaron once mil árboles en la ciudad, además de haberse extraído quinientos ejemplares secos en peligro y realizado la escamonda (corte de ramas) a un total de diez mil. La noticia es positiva y como tal amerita un reconocimiento.

Otro de los sucesos elogiables que se divulgaron se relaciona con un tema tratado oportunamente por esta columna: las atenciones especiales que recibieron los árboles del parque Urquiza afectados por la plaga del clavel del aire, a los cuales se les inyectó un producto destinado a eliminarla cuya aplicación se repetirá en lo inmediato. También resulta oportuno el reemplazo efectuado en el parque Independencia de viejos eucaliptos por jóvenes gravilleas, especie de porte importante pero que no padece el problema de potenciales desgajamientos.

La tarea material parece estar cumpliéndose, en síntesis, de manera acabada. Acaso la deuda pendiente sea estimular en los habitantes de la ciudad un mayor amor y respeto por los árboles.

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