| domingo, 14 de septiembre de 2003 | "La liga extraordinaria": Un puñado de inadaptados en plan heroico Fernando Toloza / La Capital Lo mejor de "La Liga Extraordinaria" es que en cualquier momento puede aparecer un nuevo personaje con tradición literaria, desde "Moby Dick", de Herman Melville, hasta "Las aventuras de Sherlock Holmes", de Conan Doyle. A veces sólo para un guiño; en otros casos, tiene importancia para el desarrollo de la historia.
En cuanto a lo peor, es la falta de imaginación de la aventura, su finalidad, el móvil que pone en circulación el cúmulo de extravagancias que es el puñado de héroes reunidos en la Liga. Da pena ver grandes creaciones literarias detrás de un objetivo (salvar el mundo) tan banalizado últimamente por el cine de Hollywood.
El atractivo de visual de la película logra mantener la atención durante bastante tiempo, pero hay momentos tediosos, donde la fórmulas demuestran su cansancio. Tiros, persecuciones, artes marciales, choques, explosiones: un catálogo de lo previsible.
El nivel de las actuaciones es bastante parejo en su mediocridad. Sean Connery como maestro de ceremonias dice algún par de buenas frases, que funcionan como puentes de empatía con el espectador, pero enseguida se le gasta su arsenal de ocurrencias y se sume en la chatura general.
El filme logra un clima de interés con el aspecto sombrío de las ciudades que visita la Liga. Es la atmósfera de la aventura, de la seducción del coraje, ese secreto que anima a la mayoría de los héroes. Para disfrutar de ese ambiente vale la pena ver el filme, y saborear el misterio que separa a los humanos de una condición reservada para pocos. Aunque hay que estar prevenido de que no hay mucho más. Al contrario, hay que estar preparado para lo peor, como la escenas grotesca en que Mr. Hyde lucha contra una aún más deforme versión de sí mismo.
F.T. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Sean Connery, el gran jefe. | | |