| domingo, 14 de septiembre de 2003 | "La mirada de los otros": Los riesgos de repetirse Carolina Taffoni / La Capital En "La mirada de los otros" Woody Allen interpreta a un director de cine en decadencia que reniega de los grandes estudios de Hollywood, ama y conoce como nadie a Nueva York, fue abandonado por su esposa, vive con una modelo joven, sueña con París, se queda ciego en medio de una filmación, es hipocondríaco, fóbico, autodestructivo, nostálgico ¿les suena? Sí, es el universo Allen reproducido hasta el paroxismo y en versión superconcentrada, un gran chiste que de tan obvio ya perdió la gracia. El Woody Allen hipocondríaco y analizado se agiganta como una caricatura que, lejos de parecer sarcástica o enternecedora, como resultó tantas otras veces, se convierte en un recurso irritante. Desgraciadamente, esa avalancha de tics empaña las observaciones siempre lúcidas que nunca faltan en las comedias de Allen. Las actuaciones son brillantes y hay un puñado de gags para reírse con ganas. En otros casos con eso sobra. Acá no alcanza.
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