| sábado, 30 de agosto de 2003 | Espejos de colores La historia enseña que los emperadores romanos cuando escaseaba el pan incrementaban el circo, que cuando los turcos asediaban Constantinopla sus habitantes en vez de abocarse a su defensa disputaban sobre el sexo de los ángeles, que Colón embaucó a los indios con espejos de colores. Y en Estados Unidos después de su guerra civil que les ocasionó más bajas que todas sus guerras posteriores juntas, los norteamericanos olvidaron dicha contienda y emprendieron el camino que los llevó a ser una potencia mundial. En cambio aquí, inmerso el país en una gravísima crisis cultural, social y económica, el gobierno en vez de abocarse y concentrar todas las energías sociales en superar dichos problemas, en mejorar el presente y construir un futuro mejor nos entretiene con más circo, disputas bizantinas, espejos de colores y retorno al pasado, avivando enfrentamientos y estimulando pasiones. ¿Lo hace porque carece de ideas y planes para superar la crisis o si los tiene no los aplica por ser medidas inevitablemente dolorosas e impopulares? En el primer supuesto cae en incapacidad y en el segundo en deshonestidad y en cualquiera de ellos en falta de seriedad y en fraude a sus electores. Los hambrientos no comen con ideologías. En el Evangelio Jesús dijo: "Que los muertos entierren a sus muertos. Señor presidente, entierre sus frustraciones de los 70. No nos distraiga reviviendo la tragedia de dichos años y dediquese a gobernar en serio y bien".
Raúl Ghione
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